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jueves, 3 de octubre de 2019

¡¿El Mesías judío es Melquisedek?! - Parte 4

Pasajes más intrigantes del Libro de Urantia

(117:7.6) Puede ser que en los límites superiores de lo finito, donde el tiempo se une al tiempo trascendido, haya algún tipo de desenfoque y mezcla de secuencias. Puede ser que el Supremo sea capaz de pronosticar su presencia universal en estos niveles de supratiempo y luego, en un grado limitado, anticipar la evolución futura reflejando este pronóstico futuro de vuelta a los niveles creados como la Inmanencia de lo Incompleto Proyectado. Tales fenómenos pueden observarse dondequiera que lo finito haga contacto con lo suprafinito, como en las experiencias de los seres humanos que son habitados por los Modeladores del Pensamiento que son verdaderas predicciones de los logros universales futuros del hombre a lo largo de toda la eternidad.

(1363.4) 123:5.11 Al ingresar a la escuela a los siete años (en ese tiempo los judíos acababan de inaugurar una ley de educación obligatoria), era habitual que los estudiantes seleccionaran su «texto de aniversario», una especie de regla de oro que los guiaría a lo largo de sus estudios, y sobre el cual frecuentemente se explayaban al tiempo de su graduación cuando cumplían trece años. El texto que seleccionó Jesús era del profeta Isaías: «El espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos, y a los presos espirituales apertura de la cárcel».

1686.1) 150:8.9 Cuando terminó de leer del libro de la ley, comenzó a leer de Isaías: «El espíritu del Señor está sobre mí porque él me ungió para que predique buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a publicar libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos, para liberar a los que están lastimados y proclamar el año favorable del Señor».

(1390.3) 126:3.8 Mientras le daba vueltas y más vueltas a estos problemas en su mente encontró, en la biblioteca de la sinagoga de Nazaret, entre los libros apocalípticos que había estado estudiando, este manuscrito llamado «El Libro de Enoc»; y aunque estaba seguro que no había sido escrito por el Enoc de antaño, le resultó muy interesante y lo leyó y releyó muchas veces. Un pasaje en particular le hizo mucha impresión, un pasaje en el cual aparecía este término de «Hijo del Hombre». El autor del llamado Libro de Enoc hablaba del Hijo del Hombre, describiendo la obra que habría de hacer en la tierra y explicando que este Hijo del Hombre, antes de descender a esta tierra para salvar a la humanidad, había caminado por los atrios de la gloria celestial junto a su Padre, el Padre de todos; y que le había dado la espalda a la majestad y la gloria para descender a la tierra con el fin de proclamar la salvación a los mortales necesitados. Según Jesús leía estos pasajes (sabiendo muy bien que gran parte del misticismo oriental entremezclado con esas enseñanzas era falaz), sintió en su corazón y reconoció en su mente que, de todas las predicciones mesiánicas de las escrituras hebreas y de todas las teorías acerca del liberador judío, ninguna estaba tan cerca de la verdad como este relato escondido en las páginas del Libro de Enoc, sólo parcialmente acreditado; allí mismo y en ese mismo momento decidió pues que adoptaría el nombre de «Hijo del Hombre» como título inaugural de su misión; cosa que efectivamente hizo más adelante al comenzar su ministerio público. Jesús tenía una habilidad infalible para reconocer la verdad, y nunca vacilaba en abrazar la verdad, no importa de cuál fuente pareciera emanar.


(1084.10) 98:7.11 A medida que las enseñanzas originales de Jesús penetraron en el occidente, se volvieron occidentalizadas, y a medida que se occidentalizaron, comenzaron a perder su atracción potencialmente universal para todas las razas y tipos de hombres. El cristianismo hoy en día se ha vuelto una religión bien adaptada a las costumbres sociales, económicas y políticas de las razas blancas. Ha dejado de ser desde hace mucho la religión de Jesús a pesar de que aún retrata valerosamente una religión bella sobre Jesús para los individuos que buscan sinceramente seguir el camino de sus enseñanzas. Ha glorificado a Jesús como el Cristo, el ungido mesiánico de Dios, pero en gran parte ha olvidado el Evangelio personal del Maestro: la Paternidad de Dios y la hermandad universal de todos los hombres.

(1863.12) 170:4.14 Este mundo no ha probado nunca seria, sincera u honestamente estas ideas dinámicas, estos ideales divinos de la doctrina de Jesús del reino del cielo. Pero no debéis desalentaros por el progreso aparentemente lento de la idea del reino en Urantia. Recordad que el orden de la evolución progresiva está sujeto a periódicos cambios repentinos e inesperados tanto en el mundo material como en el mundo espiritual. El autootorgamiento de Jesús como Hijo encarnado fue precisamente un acontecimiento extraño e inesperado de esa naturaleza en la vida espiritual del mundo. No cometáis tampoco el error fatal, al buscar la manifestación del reino en la era, de no ocuparos de establecerlo en vuestra alma.


Uso del Mesías judío


(121:1.2) Toda esta combinación de influencias mundiales está bien ilustrada por las actividades de Pablo, quien, siendo en la cultura religiosa un hebreo de los hebreos, proclamó el evangelio de un Mesías judío en lengua griega, mientras que él mismo era un ciudadano romano.


(122:7.5) Su primer día de viaje los llevó alrededor de las estribaciones del Monte Gilboa, donde acamparon por la noche junto al río Jordán y se dedicaron a muchas especulaciones sobre el tipo de hijo que les nacería, José adhiriéndose al concepto de maestro espiritual y María sosteniendo la idea de un Mesías judío, un libertador de la nación hebrea.

(126:3.6) En el curso de este año Jesús encontró un pasaje en el llamado Libro de Enoc que lo influenció en la adopción posterior del término "Hijo del Hombre" como designación para su misión de autootorgamiento en Urantia. Había considerado a fondo la idea del Mesías judío y estaba firmemente convencido de que no iba a ser ese Mesías. Anhelaba ayudar al pueblo de su padre, pero nunca esperó liderar ejércitos judíos para derrocar la dominación extranjera de Palestina. Sabía que nunca se sentaría en el trono de David en Jerusalén. Tampoco creía que su misión era la de un libertador espiritual o maestro moral únicamente para el pueblo judío. En ningún sentido, por lo tanto, la misión de su vida podría ser el cumplimiento de los anhelos intensos y las supuestas profecías mesiánicas de las escrituras hebreas; al menos, no como los judíos entendían estas predicciones de los profetas. De la misma manera, estaba seguro de que nunca aparecería como el Hijo del Hombre representado por el Profeta Daniel.

(126:3.9) Para entonces ya había resuelto muchas cosas sobre su futura obra para el mundo, pero no dijo nada de estos asuntos a su madre, que aún se aferraba firmemente a la idea de que él era el Mesías judío.

(126:3.11) Después de todo, ¿sería posible que su madre tuviera razón? En la mayoría de los casos, cuando habían surgido diferencias de opinión en el pasado, ella tenía razón. Si él fuera un nuevo maestro y no el Mesías, entonces ¿cómo debería reconocer al Mesías judío si tal persona apareciera en Jerusalén durante el tiempo de su misión en la tierra; y, además, cuál debería ser su relación con este Mesías judío? ¿Y cuál debería ser su relación, después de embarcarse en la misión de su vida, con su familia, con la mancomunidad y la religión judía, con el Imperio Romano, con los gentiles y sus religiones? Cada uno de estos problemas trascendentales que este joven galileo se revolvía en su mente y reflexionaba seriamente mientras seguía trabajando en el banco del carpintero, ganándose la vida laboriosamente a sí mismo, a su madre y a otras ocho bocas hambrientas.

(127:1.7) A fines de este año ya había decidido que, después de criar a su familia y verlos casados, comenzaría públicamente su trabajo como maestro de la verdad y como revelador del Padre celestial al mundo. Sabía que no se convertiría en el Mesías judío esperado, y concluyó que era casi inútil discutir estos asuntos con su madre; decidió permitirle que pensara en cualquier idea que pudiera elegir, ya que todo lo que había dicho en el pasado le había causado poca o ninguna impresión y recordó que su padre nunca había sido capaz de decir nada que la hiciera cambiar de opinión. A partir de este año, hablaba cada vez menos con su madre, o con cualquier otra persona, sobre estos problemas. Su misión era tan peculiar que nadie que viviera en la tierra podía aconsejarle sobre su persecución.

(136:9.1) Habiendo resuelto las cuestiones de política relacionadas con sus relaciones individuales con la ley natural y el poder espiritual, dirigió su atención a la elección de los métodos que se emplearían en la proclamación y establecimiento del reino de Dios. Juan ya había comenzado este trabajo; ¿cómo podría continuar el mensaje? ¿Cómo debería hacerse cargo de la misión de Juan? ¿Cómo debe organizar a sus seguidores para un esfuerzo eficaz y una cooperación inteligente? Jesús estaba llegando ahora a la decisión final que le prohibiría considerarse a sí mismo como el Mesías judío, al menos como el Mesías fue concebido popularmente en ese día.

(137:5.2) Después de la cena de esa noche, en esta casa de Zebedeo y Salomé, se celebró una de las conferencias más importantes de toda la trayectoria terrenal de Jesús. Sólo los seis apóstoles estaban presentes en esta reunión; Judas llegó cuando estaban a punto de separarse. Estos seis hombres escogidos habían viajado de Caná a Betsaida con Jesús, caminando, por así decirlo, en el aire. Estaban llenos de expectación y emocionados con el pensamiento de haber sido seleccionados como asociados cercanos del Hijo del Hombre. Pero cuando Jesús se propuso aclararles quién era y cuál iba a ser su misión en la tierra y cómo podría terminar, se quedaron atónitos. No podían entender lo que él les decía. Se quedaron sin habla; incluso Pedro quedó aplastado más allá de toda expresión. Sólo Andrés, que pensaba profundamente, se atrevió a responder a las palabras de consejo de Jesús. Cuando Jesús percibió que ellos no comprendían su mensaje, cuando vio que sus ideas sobre el Mesías judío estaban tan completamente cristalizadas, los envió a descansar mientras caminaba y hablaba con su hermano Judá. Y antes de que Judá se despidiera de Jesús, dijo con mucho sentimiento: "Mi padre-hermano, nunca te he entendido. No sé con certeza si tú eres lo que mi madre nos ha enseñado, y no comprendo plenamente el reino venidero, pero sí sé que eres un hombre poderoso de Dios. Oí la voz en el Jordán, y creo en ti, no importa quién seas". Y cuando hubo hablado, se fue, yendo a su propia casa en Magdala.

(139:2.13) Pero Pedro persistió en cometer el error de tratar de convencer a los judíos de que Jesús era, después de todo, real y verdaderamente el Mesías judío. Hasta el día de su muerte, Simón Pedro continuó sufriendo confusión en su mente entre los conceptos de Jesús como el Mesías judío, Cristo como el redentor del mundo, y el Hijo del Hombre como la revelación de Dios, el Padre amoroso de toda la humanidad.

(152:6.1) Mientras descansaba en la casa de un rico creyente en la región de Genesaret, Jesús celebraba conferencias informales con los doce todas las tardes. Los embajadores del reino eran un grupo serio, sobrio y castigado de hombres desilusionados. Pero aun después de todo lo que había sucedido, y como lo revelaron los acontecimientos subsiguientes, estos doce hombres aún no habían sido completamente liberados de sus ideas innatas y largamente acariciadas acerca de la venida del Mesías judío. Los acontecimientos de las semanas anteriores se habían producido con demasiada rapidez como para que estos asombrados pescadores pudieran comprender todo su significado. Requiere tiempo para que hombres y mujeres realicen cambios radicales y extensos en sus conceptos básicos y fundamentales de conducta social, actitudes filosóficas y convicciones religiosas.

(157:5.3) Durante tres años Jesús había estado proclamando que él era el "Hijo del Hombre", mientras que durante esos mismos tres años los apóstoles habían insistido cada vez más en que él era el Mesías judío esperado. Ahora reveló que era el Hijo de Dios, y sobre el concepto de la naturaleza combinada del Hijo del Hombre y del Hijo de Dios, decidió construir el reino de los cielos. Había decidido abstenerse de hacer más esfuerzos para convencerlos de que él no era el Mesías. Ahora se propuso atrevidamente revelarles lo que él es, y luego ignorar su determinación de persistir en considerarlo como el Mesías.

(193:3.2) "Que la paz sea con vosotros. Os he pedido que os quedéis aquí en Jerusalén hasta que ascienda al Padre, hasta que os envíe el Espíritu de la Verdad, que pronto será derramado sobre toda la carne, y que os dotará de poder desde lo alto". Simón el Zelote interrumpió a Jesús y le preguntó: "Maestro, ¿restaurarás el reino y veremos la gloria de Dios manifestada en la tierra? Cuando Jesús escuchó la pregunta de Simón, respondió: "Simón, todavía te aferras a tus viejas ideas sobre el Mesías judío y el reino material. Pero recibirás poder espiritual después de que el espíritu haya descendido sobre ti, y pronto irás por todo el mundo predicando este evangelio del reino. Como el Padre me envió al mundo, así también yo os envío a vosotros. Y deseo que se amen y confíen los unos en los otros. Judas ya no está con vosotros porque su amor se ha enfriado y porque se ha negado a confiar en vosotros, sus leales hermanos. ¿No has leído en la Escritura donde está escrito: No es bueno para el hombre estar solo. ¿Ningún hombre vive para sí mismo? Y también donde dice: ``El que quiera tener amigos debe mostrarse amistoso''? ¿Y no te envié siquiera a enseñar, de dos en dos, para que no te sientas solo y caigas en las travesuras y miserias del aislamiento? También sabéis bien que, cuando estaba en la carne, no me permitía estar solo durante largos períodos. Desde el principio de nuestras asociaciones siempre tuve a dos o tres de ustedes constantemente a mi lado o muy cerca, incluso cuando estaba en comunión con el Padre. Confiad, pues, y confiad los unos en los otros. Y esto es tanto más necesario cuanto que hoy voy a dejarte solo en el mundo. La hora ha llegado; estoy a punto de ir al Padre."

El uso de Cristo
(98:7.2) No es proposito de este documento tratar el origen y la difusión de la religión cristiana. Basta decir que está construido alrededor de la persona de Jesús de Nazaret, el Hijo Mikael de Nebadon humanamente encarnado, conocido en Urantia como el Cristo, el ungido. Los seguidores de este galileo difundieron el cristianismo por todo el Levante y Occidente, y su celo misionero era igual al de sus ilustres predecesores, los setitas y salemitas, así como al de sus sinceros contemporáneos asiáticos, los maestros budistas.

(98:7.11) A medida que las enseñanzas originales de Jesús penetraron en Occidente, se volvieron occidentalizadas, y a medida que se volvieron occidentalizadas, comenzaron a perder su atractivo potencialmente universal para todas las razas y tipos de hombres. El cristianismo, hoy, se ha convertido en una religión bien adaptada a las costumbres sociales, económicas y políticas de las razas blancas. Desde hace mucho tiempo ha dejado de ser la religión de Jesús, aunque todavía retrata valientemente una hermosa religión sobre Jesús a individuos que sinceramente tratan de seguir el camino de sus enseñanzas. Ha glorificado a Jesús como el Cristo, el ungido mesiánico de Dios, pero ha olvidado en gran medida el evangelio personal del Maestro: la Paternidad de Dios y la fraternidad universal de todos los hombres.

(141:3.6) Las imágenes de Jesús han sido muy desafortunadas. Estas pinturas del Cristo han ejercido una influencia deletérea sobre la juventud; los mercaderes del templo difícilmente habrían huido ante Jesús si hubiera sido un hombre como el que vuestros artistas han representado habitualmente. La suya era una hombría digna; era bueno, pero natural. Jesús no se hizo pasar por un místico suave, dulce, gentil y bondadoso. Su enseñanza era emocionantemente dinámica. No sólo tenía buenas intenciones, sino que se dedicaba a hacer el bien.

(162:6.4) Y Jesús continuó respondiendo a las preguntas tanto de la multitud como de los fariseos. Algunos pensaban que era un profeta; otros creían que era el Mesías; otros decían que no podía ser el Cristo, ya que venía de Galilea, y que el Mesías debía restaurar el trono de David. Aún así, no se atrevieron a arrestarlo.

(175:2.1) El hecho de que los líderes espirituales y los maestros religiosos de la nación judía rechazaran una vez las enseñanzas de Jesús y conspiraran para provocar su muerte cruel, no afecta en modo alguno el estatus de ningún judío individual en su posición ante Dios. Y no debe causar que aquellos que profesan ser seguidores de Cristo tengan prejuicios contra el judío como un compañero mortal. Los judíos, como nación, como grupo sociopolítico, pagaron íntegramente el terrible precio de rechazar al Príncipe de la Paz. Hace mucho tiempo que dejaron de ser los portadores de la antorcha espiritual de la verdad divina para las razas de la humanidad, pero esto no constituye una razón válida por la cual los descendientes individuales de estos judíos de larga data deban sufrir las persecuciones que les han sido impuestas por los seguidores intolerantes, indignos y fanáticos de Jesús de Nazaret, que era él mismo judío por nacimiento natural.

(194:4.4) ¿Qué ha sucedido con estos hombres a quienes Jesús había ordenado que salieran a predicar el evangelio del reino, la paternidad de Dios y la hermandad de los hombres? Tienen un nuevo evangelio; están ardiendo con una nueva experiencia; están llenos de una nueva energía espiritual. Su mensaje ha cambiado repentinamente a la proclamación de Cristo resucitado: "Jesús de Nazaret, un hombre Dios aprobado por obras poderosas y prodigios; él, siendo liberado por el determinado consejo y la presciencia de Dios, lo crucificasteis y matasteis. Las cosas que Dios prefiguró por boca de todos los profetas, las cumplió así. A este Jesús lo resucitó Dios. Dios lo ha hecho Señor y Cristo. Siendo exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del espíritu, ha derramado esto que veis y oís. Arrepentíos, para que vuestros pecados sean borrados; para que el Padre envíe al Cristo que os ha sido señalado, a Jesús, a quien el cielo debe recibir hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas".

(195:10.9) Muchas personas sinceras que gustosamente cederían su lealtad al Cristo del evangelio encuentran muy difícil apoyar con entusiasmo a una iglesia que exhibe tan poco del espíritu de su vida y de sus enseñanzas, y a la cual se les ha enseñado erróneamente que él fundó. Jesús no fundó la llamada iglesia cristiana, pero la ha fomentado como el mejor exponente existente de su obra en la tierra.

(196:1.1) La devoción de Jesús a la voluntad del Padre y al servicio del hombre fue aún más que una decisión mortal y una determinación humana; fue una consagración sincera de sí mismo a un autootorgamiento de amor tan sin reservas. No importa cuán grande sea el hecho de la soberanía de Mikael, no debes alejar al Jesús humano de los hombres. El Maestro ha ascendido a lo alto como un hombre, así como Dios; él pertenece a los hombres; los hombres le pertenecen a él. Qué desafortunado que la religión misma sea tan malinterpretada como para alejar al Jesús humano de los mortales en lucha! No permitamos que las discusiones de la humanidad o la divinidad de Cristo oscurezcan la verdad salvadora de que Jesús de Nazaret fue un hombre religioso que, por fe, alcanzó el conocimiento y la realización de la voluntad de Dios; fue el hombre más verdaderamente religioso que jamás haya vivido en Urantia.


Fuente: http://ubannotated.com/main-menu/animated/topical-studies/prophecy-and-signs-of-the-times/the-jewish-messiah-is-melchizedek/?fbclid=IwAR0Eiac0VjHI9lXjzhfv2fILBAlyOKJLNwkiATBa3n013xxJI-hNRhVff-Y

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