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lunes, 27 de diciembre de 2021

¿Sudó sangre Jesús de Nazaret?


El Libro de Urantia aun siendo un escrito revelador "pareciera" omitir cierto detalle sobre la sudoración de sangre que es contada en el Evangelio de Lucas. Probablemente porque esto no fue un hecho real. Aunque novelas como Caballo de Troya, específicamente el primer libro de la saga, incluye este suceso explicándolo de forma científica, este suceso en realidad solo se cuenta dos veces en el Evangelio de Lucas ya mencionado, y por la forma en como se explica, no aparenta ser una explicación literal de lo que le paso al Maestro. Aunque ciertos creyentes también han tratado de explicar también el suceso como cierto fenómeno patológico.

Aquella cruda experiencia del Maestro supuestamente según Lucas el medico, fue como sigue:

Lucas 22 (Reina Valera 1960)

Jesús ora en Getsemaní

39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.

"Pareciera" ser un recurso literario tal explicación y no que realmente sudara sangre. No dice que su sudor era sangre, sino que su sudor era comparativamente semejante a gotas de sangre.


Pero lo que cuenta la Revelación es como sigue:

182:3.7 (1969.2) Unas horas antes no le había parecido tan difícil beber la copa, pero cuando el Jesús humano se despidió de sus apóstoles y los mandó a dormir, la prueba se le hizo más espantosa. Los sentimientos de Jesús experimentaron las fluctuaciones naturales que son comunes a toda experiencia humana, y en aquel momento estaba cansado por el trabajo, agotado por las largas horas de esfuerzo y dolorosa preocupación por la seguridad de sus apóstoles. Aunque ningún mortal puede atreverse a interpretar los pensamientos y sentimientos del Hijo encarnado de Dios en un momento como aquel, sabemos que sufrió una angustia extrema y sintió una indecible tristeza, pues corrían por su rostro grandes gotas de sudor. Se había convencido por fin de que el Padre tenía la intención de permitir que los acontecimientos naturales siguieran su curso y estaba plenamente decidido a no recurrir a su poder soberano como jefe supremo de un universo para salvarse.

En este esclarecedor párrafo notamos que habla de que liberó grandes gotas de sudor, no se menciona nada acerca de haber sudado sangre, veremos que de verdad puede haber entre lo que dice Lucas y lo que dice el Ser Intermedio

Existe evidencia para rechazar la historicidad de parte de este relato. Y es que los dos versículos que lo cuentan (Lucas 22:43-44) no aparecen en los manuscritos más antiguos del Evangelio de Lucas (llamados Papiro 69 y Papiro 75). Tampoco aparecen en los códices bíblicos antiguos más importantes, como el Códice Vaticano (del año 350 d.C), el Códice Sinaítico (del 350 d.C), y el Códice Alejandrino (del 400 d.C).

Pero alrededor del año 150 d.C probablemente un copista anónimo añadió esos dos versículos. De esta copia luego se hicieron otras, de modo que con el paso del tiempo algunos manuscritos circularon con ese relato y otros no. Según en qué regiones se compartieran los ejemplares, algunos lectores antiguos llegaron a conocerlo y otros lo ignoraron. Finalmente, las copias con el episodio del sudor de sangre se extendieron tanto, que todas las ediciones posteriores lo incorporaron. Pero las versiones más antiguas que sobrevivieron, quedaron sin contarlo.

¿Pero por qué un escritor del segundo siglo querría agregar esos dos versículos al Evangelio original de Lucas? Al parecer, la causa se debió a la aparición de una extraña creencia herética. A comienzos del siglo segundo d.C surgió entre los primeros cristianos una escuela de pensamiento llamada “docetismo” (del verbo griego dokein que significa aparentar), que negaba la naturaleza humana de Jesús. Los docetistas sostenían que, como Jesús el Cristo era Dios, no podía tener un verdadero cuerpo terrenal, porque éste es un elemento perverso y pecaminoso, y resultaba indigno. Por eso, el cuerpo que Jesús tuvo durante su vida era aparente, simulado, ficticio,una ilusión, pero no real. Estas afirmaciones se fundamentaban en ciertos pasajes de los Evangelios. Por ejemplo, en la transfiguración, donde se dice que el cuerpo de Jesús manifestó una luminosidad radiante . O en la supuesta caminata sobre las aguas , donde el cuerpo de Jesús parecía ligero.

Al negar el lado material de Jesús, los docetistas negaban también la posibilidad de que hubiera experimentado algún tipo dolor físico durante su trayectoria por Urantia. Pretendían así eliminar el escándalo de su crucifixión y su muerte.

El docetismo se extendió rápidamente entre las diversas comunidades cristianas del continente, predicado por figuras importantes como Cerinto (en Asia Menor, hacia el 110 d.C), Saturnino (en Antioquía, hacia el 130 d.C), Cerdón (en Siria, hacia el 135 d.C), Basílides (en Alejandría, hacia el 140 d.C) y Valentín (en Roma, hacia el 150 d.C).

Pero estos dos versículos añadidos no fueron totalmente un invento  del escriba. Ya existía una tradición antigua que narraba cómo, durante las horas previas a su muerte, Jesús había experimentado angustia y aflicción. Y parte de esta tradición se encuentra hoy en la Carta a los Hebreos, donde se dice que Jesús rogó a su Padre y le suplicó “con fuertes gritos y llorando” para que lo librara de la muerte (Hebreos 5:7). Este dato, si bien no quedó escrito en los Evangelios conocidos, se transmitía oralmente, de modo que nuestro escriba debió de haberlo conocido. Decidió entonces transformar aquellos gritos y lágrimas en un dramático e impactante “sudor de sangre”, y agregarlo al Evangelio de Lucas como un argumento más contra los docetistas.
¿Por qué lo transformó en “sudor de sangre”? Porque, al parecer, éste era un tópico literario conocido en la antigüedad cuando se quería expresar una situación de angustia extrema. En efecto, hay una novela judía llamada José y Asenet, escrita hacia el año 100 (es decir, contemporánea al Evangelio de Lucas), donde la heroína Asenet se ve envuelta en un trance angustioso y también suda sangre.
Hay un hecho que puede confirmar estos dos versículos. Y es que los tres escritores eclesiásticos más antiguos que mencionan el sudor de sangre de Jesús, lo citan precisamente en polémica contra los docetistas, para defender la naturaleza humana de Jesús: san Justino, san Ireneo e Hipólito de Roma.


Esos dos versículos a pesar de no ser originales del Evangelio cumplieron su objetivo, que era el de servir de apoyo a la verdad de la humanidad de Mikael de Nebadón.

Referencias

  • Dr Ariel Álvarez Valdés 
  • Libro de Urantia
  • La Biblia - Reina Valera 1960






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