Un estudio genético publicado el 2 de julio de 2025 en la prestigiosa revista Nature ha revelado un vínculo genético significativo entre las antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotamia. Este descubrimiento no solo enriquece nuestra comprensión de la historia humana, sino que también parece dar peso a las descripciones históricas presentadas en El Libro de Urantia, un texto revelado que detalla las migraciones y conexiones culturales entre estas dos cunas de la civilización.
Los Hallazgos del Estudio
El equipo de investigación analizó el genoma completo de un hombre que vivió hace aproximadamente 4,500 a 4,800 años, durante los períodos Dinástico Temprano y del Antiguo Reino de Egipto. Los restos, encontrados en una tumba sellada en Nuwayrat, Egipto, proporcionaron ADN excepcionalmente bien preservado, permitiendo la primera secuenciación completa de un genoma de esta región y época. El análisis reveló que aproximadamente el 77.6% de su ascendencia está relacionada con el Neolítico Medio de Marruecos (4780–4230 a.C.), mientras que el 22.4% está vinculado al Neolítico de Mesopotamia (9000–8000 a.C.). Este hallazgo indica una mezcla genética significativa entre poblaciones de Egipto y Mesopotamia, probablemente a través de migraciones o intercambios poblacionales.
El estudio también destaca que las estadísticas genéticas (f4) confirman una afinidad con Mesopotamia, con un puntaje Z de 3.2, lo que sugiere que el individuo compartía alelos derivados con poblaciones mesopotámicas. Además, el contexto arqueológico respalda estos hallazgos, ya que se han documentado vínculos comerciales, similitudes en técnicas de alfarería y sistemas de escritura pictórica entre Egipto y Mesopotamia desde el sexto milenio a.C. o antes, posiblemente a través de rutas marítimas por el Mediterráneo y el Mar Rojo.
Conexión con El Libro de Urantia
El Libro de Urantia, en el documento 80, sección 6, describe un cambio significativo en el centro de la civilización desde el valle del Éufrates en Mesopotamia hacia el valle del Nilo en Egipto tras las migraciones anditas terminales. El texto señala:
"Desde los tiempos de las migraciones anditas terminales, la cultura decayó en el valle del Éufrates, y el centro inmediato de la civilización se trasladó al valle del Nilo. Egipto se convirtió en el sucesor de Mesopotamia como cuartel general del grupo más avanzado de la tierra." (El Libro de Urantia, 80:6.1)
Además, el libro menciona que:
"El valle del Nilo comenzó a sufrir inundaciones poco antes que los valles mesopotámicos, pero le fue mucho mejor. Este revés temprano fue más que compensado por el flujo continuo de inmigrantes anditas, de modo que la cultura de Egipto, aunque en realidad se derivaba de la región del Éufrates, parecía seguir adelante. Pero en el año 5000 a.C., durante el período del diluvio en Mesopotamia, había siete grupos distintos de seres humanos en Egipto; todos ellos, excepto uno, procedían de Mesopotamia." (El Libro de Urantia, 80:6.2)
Sus afirmaciones sobre un flujo de inmigrantes desde Mesopotamia hacia Egipto encuentra un eco intrigante en los hallazgos genéticos del estudio. La presencia de un 22.4% de ascendencia mesopotámica en un individuo egipcio antiguo sugiere que hubo movimientos poblacionales significativos entre estas regiones, lo que apoya la idea de un intercambio cultural y genético descrito en el libro. Los "anditas", descritos como un grupo influyente en el desarrollo de la civilización, podrían interpretarse como una representación de las poblaciones avanzadas que migraron o interactuaron con Egipto, contribuyendo a su ascenso como centro cultural.
Aunque es importante señalar que las fechas mencionadas en El Libro de Urantia (alrededor del 5000 a.C.) no coinciden exactamente con la datación del individuo estudiado (2855–2570 a.C.). Sin embargo, la ascendencia mesopotámica identificada en el estudio se remonta al Neolítico (9000–8000 a.C.), lo que indica que la mezcla genética pudo haber ocurrido mucho antes y persistido en las poblaciones egipcias. Esto sugiere que las migraciones o interacciones descritas en el libro podrían reflejar un proceso continuo que comenzó en períodos anteriores.
Contexto Histórico y Arqueológico
El estudio genético no solo proporciona evidencia de vínculos genéticos, sino que también se alinea con pruebas arqueológicas previas que han documentado interacciones entre Egipto y Mesopotamia. Por ejemplo, se han identificado similitudes en técnicas de alfarería, sistemas de escritura pictórica y evidencias de comercio a través de rutas marítimas y terrestres. El río Nilo, descrito como una "antigua superautopista" por los investigadores, probablemente facilitó el movimiento de personas, ideas y culturas, lo que refuerza las afirmaciones del Libro de Urantia sobre el traslado del centro de la civilización.
El análisis del esqueleto también ofrece pistas sobre la vida del individuo, quien probablemente era un alfarero que vivió hasta los 60 años, lo que sugiere un estatus social respetado. Este detalle conecta con la idea del libro de que los inmigrantes anditas contribuyeron al florecimiento cultural de Egipto, posiblemente trayendo consigo habilidades y conocimientos avanzados.