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sábado, 7 de agosto de 2021

¿Porque Mikael de Nebadon no encarno en una mujer judía?


Tenemos
dos respuestas efectivas a este asunto, y la primera viene del Libro de Urantia, que nos dice lo siguiente:


20:6:2 En una misión de autootorgamiento (ministerio de gracia) como mortal, un Hijo del Paraíso siempre nace de una mujer y crece como niño masculino del reino, así como lo hizo Jesús en Urantia.


La segunda respuesta tiene que ver con el contexto y lugar donde se desarrolla la vida humana de Mikael, un pueblo que aun concideraba a la mujer como algo inferior, que no podía ejercer autoridad sobre el hombre. Pensaban que las mujeres eran indignas aun de leer la Tora y de participar tan directamente las practicas de su religión. No es extraño que Jesús evitara enviar a las mujeres elegidas a predicar el evangelio a hombres, en cambio las envió a ministrar a otras mujeres, bien sabia la cultura y las leyes de su pueblo que no podía desafiar y el peligro que correrían sus elegidas en caso de transgredir la ley hebrea. Concluimos que es por tanto imposible que en estas circunstancias Jesús hubiera encarnado en una mujer judía, esto sin lugar a duda hubiera limitado muchísimo su campo de acción, y su probabilidad de impacto y éxito.

Ldu 194:3.14 (2065.2) Antes de las enseñanzas de Jesús que culminaron en Pentecostés, las mujeres prácticamente no tenían posición espiritual alguna en los dogmas de las religiones más viejas. Después de Pentecostés, en la hermandad del reino la mujer se encontró ante Dios en igualdad de condiciones que el hombre. Entre los ciento veinte que recibieron esta visitación especial del espíritu habían muchas de las discípulas, y ellas compartieron estas bendiciones en igual medida con los creyentes varones. El hombre ya no puede presumir monopolizar el ministerio del servicio religioso. El fariseo podrá seguir agradeciendo a Dios el no haber nacido «ni mujer, ni leproso, ni gentil», pero entre los seguidores de Jesús la mujer ha sido emancipada para siempre de toda discriminación religiosa basada en el sexo. Pentecostés obliteró toda discriminación religiosa fundada en la distinción racial, las diferencias culturales, las castas sociales, o los prejuicios en cuanto al sexo. No es de extrañar que estos creyentes de la nueva religión clamaran a gritos: «Allí donde se encuentra el espíritu del Señor, se encuentra la libertad».

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