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jueves, 16 de agosto de 2018

Embalsamamiento Hebreo



Libro de Urantia: 
188:1.4 (2013.3) Transportaron los restos hasta el sepulcro, una cámara de unos tres metros cuadrados, y allí rápidamente lo prepararon para la sepultura. Los judíos en realidad no sepultaban a sus muertos; los embalsamaban. José y Nicodemo habían traído grandes cantidades de mirra y aloe, y procedieron a envolver el cuerpo con vendajes saturados en estas soluciones. Cuando terminaron el proceso de embalsamamiento, ataron un paño alrededor de la cara, envolvieron el cuerpo en un sudario de lino, y con reverencia lo depositaron en un anaquel de la tumba. 

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El Embalsamamiento es el proceso de tratar un cuerpo muerto (humano o animal) con diversas sustancias, como aceites aromáticos, con el fin de preservarlo de la descomposición. Si no fueron los egipcios los inventores de este arte, al menos lo practicaron desde tiempos remotos. La momia es el cuerpo muerto, humano o animal, conservado por embalsamamiento siguiendo los métodos antiguos egipcios o de otros pueblos. Los egipcios no eran los únicos que embalsamaban cuerpos humanos, también lo hacían otros pueblos antiguos, como los asirios, los persas y los escitas.

Embalsamamiento de Jacob y José. En la Biblia solo se mencionan dos casos de embalsamamiento propiamente dicho, ambos en Egipto, el país donde murió Jacob. El registro dice que después de lamentar el fallecimiento de su padre, “mandó José a sus siervos, los médicos, que embalsamaran a su padre. De modo que los médicos embalsamaron a Israel, y tomaron cuarenta días completos para él, pues esos son los días que suelen tomar para el embalsamamiento, y los egipcios continuaron derramando lágrimas por él setenta días”. (Gé 50:2, 3.) José murió a la edad de ciento diez años, “y mandaron embalsamarlo, y fue puesto en un ataúd en Egipto”. (Gé 50:26.) Parece que el propósito principal de embalsamar a Jacob fue conservar su cuerpo hasta su entierro en la Tierra Prometida, y en el caso de José, puede que la razón haya sido su importante posición. (Gé 49:29-32; 50:13, 24, 25; Éx 13:18, 19; Jos 24:32.)


Según Heródoto, se colocaba el cadáver en natrón setenta días. Sin embargo, la Biblia dice que cuando los médicos egipcios embalsamaron a Jacob, mucho tiempo antes, “tomaron cuarenta días completos para él, pues esos son los días que suelen tomar para el embalsamamiento, y los egipcios continuaron derramando lágrimas por él setenta días”. (Gé 50:3.) Los eruditos han intentado conciliar Génesis 50:3 con las palabras de Heródoto. Por una parte, puede que los cuarenta días mencionados en Génesis no hayan incluido el tiempo de la inmersión del cuerpo en natrón. Por otro lado, es bastante posible que Heródoto simplemente se equivocase al decir que el cuerpo muerto se colocaba en natrón setenta días. El historiador griego posterior Diodoro Sículo, del siglo I a. E.C., dijo que el proceso egipcio de embalsamar duraba más de treinta días. (Biblioteca histórica, I, 91, 5, 6.) Naturalmente, es posible que haya habido procedimientos egipcios de embalsamar que ninguno de estos historiadores mencionara, y puede que en diversos momentos de la historia, los procesos de embalsamamiento tuvieran diferente duración.

El entierro de hebreos y de cristianos. El deterioro de los restos humanos hallados en las tumbas palestinas indica que los hebreos no tenían la costumbre de embalsamar a los muertos (al menos con fines de conservación al modo egipcio), ni tampoco solían hacerlo los seguidores primitivos de Cristo. Los hebreos fieles y los cristianos verdaderos reconocían que el alma muere, tanto en el caso del hombre como del animal, y que el cuerpo vuelve al polvo. (Ec 3:18-20; Eze 18:4.) El hecho de que en las Escrituras se hable tan poco del embalsamamiento corrobora la conclusión de que ni los hebreos ni los cristianos primitivos la practicaron.

Las Escrituras dicen sobre el entierro del rey Asá: “Lo acostaron en la cama que había sido llenada de aceite balsámico y diferentes clases de ungüentos mezclados en un ungüento de confección especial. Además, le hicieron una quema funeral extraordinariamente grande”. Este texto no se refiere a la incineración del rey, sino a una quema de especias. (2Cr 16:13, 14.) Y en el caso de considerar este uso de ungüentos como alguna forma de embalsamamiento, es seguro que no era semejante al egipcio.

Cuando Jesucristo murió, Nicodemo llevó “un rollo de mirra y áloes, como cien libras”, y dice el registro: “De modo que ellos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con las vendas con especias, así como tienen costumbre los judíos de preparar para el entierro”. (Jn 19:39, 40.) Sin embargo, esta costumbre no se conocía como embalsamamiento ni seguía los procesos de embalsamar egipcios. Esas palabras describen cómo se solía preparar un cuerpo para la inhumación, de manera similar a como se preparó a Lázaro para el entierro. Este último caso muestra que los judíos no acostumbraban a seguir un proceso elaborado de embalsamamiento para conservar el cuerpo por mucho tiempo, pues cuando Jesús dijo: “Quiten la piedra”, Marta replicó: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días”. Este comentario habría estado fuera de lugar si a Lázaro lo hubieran embalsamado. Los pies y las manos de Lázaro estaban “atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño”, aunque sin duda no con la intención de impedir que su cuerpo se corrompiera. (Jn 11:39, 44; véase SEPULTURA.)

Fuente: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001348



Conclusión:

El propósito de esto es aclarar que el embalsamamiento practicado por los judíos no era igual al practicado por los egipcios, no en asunto de preservar el cuerpo. Y como conclusión podemos aceptar que la cita del libro de Urantia es correcta. 

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