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domingo, 15 de marzo de 2020

Canalizaciones y el contacto con la Chispa divina

Canalizar un espíritu...
Es una práctica mediumnica dentro del Espiritualismo y sus diversas ramas, como el espiritismo. Se piensa que canalizar es invocar algún tipo de espíritu, dios, ángel o alma del más allá para que posea el cuerpo del médium y así este se pueda comunicar con el mundo de los vivos dando algún mensaje verbalmente o en escritura automática.




Lo que son realmente las canalizaciones

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Es mi convicción que las revelaciones de los seres divinos o del Espíritu son posibles e incluso probables. A menudo son incompletas y se dan a veces en forma simbólica, y no siempre son fáciles de interpretar. . . . Muchas de las llamadas revelaciones de contactados o canalizadores, o inspiraciones religiosas pueden no ser más que alucinaciones del inconciente, comparables a las imágenes confusas de nuestros sueños. Por otro lado, es muy dudoso que una idea o pensamiento completamente nuevo pueda ser indicativo de una revelación divina. La capacidad creativa del ser humano es increíble y no es nada extraño que inconcientemente pueda crear toda una maraña de personajes y mensajes mitológicos en su mente, y desee y llegue a creer que son verdad. 

Gracias a la psicología (y sus derivados) como al Libro de Urantia podemos entender que estos fenómenos de las canalizaciones y el mediumnismo son fenómenos puramente psicológicos generados por el inconsciente (subconciente), que aunque pueda en algunos casos “gotear” en él algo de inspiración divina del supraconciente, de ninguna manera esto hace estos contactos válidos, ni mucho menos divinos. Hay gran diversidad de canalizaciones por internet atribuidas a diferentes seres divinos y almas como Mikael de Nebadón, el Espiritu Santo, la virgen María, Ashtar Sheran, Lucifer, Gabriel, Elena Blabatski, y etc. Muchas de las que encierran deseos, frustraciones, sueños, promesas e hipótesis del pensamiento humano. Un análisis critico de estos mensajes nos hace cuestionarnos su veracidad, de que suponiendo que fueran mensajes divinos, llegan estos a mostrarse como mensajes tan dispares entre canalizadores de un mismo personaje, y a veces tan contradictorios entre ellos que uno llega a cuestionarse la idea de que todo eso sea dirigido por “seres evolucionados”, dudo mucho que seres evolucionados dependan de un sistema tan fallido y peligroso, como en el caso de ofrecer profecías y promesas que nunca llegan a cumplirse. El contacto con seres divinos o con el Espíritu no puede ser forzado, forzarlo solo crearía experiencias ilusorias generadas por un inconsciente deseoso de “milagros” y mensajes divinos. Ni los seres intermedios ni los ángeles tienen que ver con los fenómenos  contaminados  llamados “mediumnismo”, “canalización” o “contactos telepáticos”. 

Gabriel, no es un maestro, no tiene una red de contacto, y por lo que sabemos, solo ha tenido contacto con los seres humanos en el asunto del nacimiento de Jesús, siendo un vicerregente de Nebadón que toma el lugar de Mikael. Es imposible que el ser humano por voluntad propia invoque a un ser divino así de forma mágica, y que estos abandonen sus importantes y complejos asuntos para luego poseerlos y darles un simple mensaje sin mucha relevancia o novedad trascendental.

Existe un amplio abismo entre nosotros y lo divino, entre el ser humano y Dios. La humanidad es tan considerablemente controladas en forma eléctrica y química, tan altamente semejante a los animales en su conducta común, tan emotivas en sus reacciones diarias, que resulta extremadamente difícil para los Espíritus internos guiarlas y dirigirlas. Nosotros estamos tan vacíos de decisiones valientes y cooperación entregada que nuestro Espíritu interior encuentra algo difícil comunicarse directamente con nuestra mente. Aun cuando ellos consiguen trasmitir una emanación de la nueva verdad a nuestra alma, esta revelación elevada, frecuentemente, ciega tanto al ser humano como para precipitarlo en una convulsión de fanatismo o iniciar algún otro trastorno intelectual que resulta caótico.

Muchas religiones nuevas y muchos extraños «ismos» han nacido de las comunicaciones (contactos) abortadas, imperfectas, mal entendidas, contaminadas y confusas de los Modeladores del Pensamiento.



El contacto con el Espíritu Interior (Chispa divina)

La verdad es siempre una revelación: autorrevelación cuando surge como resultado del trabajo del Espíritu que nos habita; revelación epocal o interepocal cuando se presenta mediante la función de alguna otra agencia, colectivo o ser celestial.

Aunque el hombre finito en su estado más bajo y puramente mortal no puede tener un contacto cara a cara con el Padre celestial que es infinito, si puede tener contacto con el Espíritu regalado a todo ser humano, la chispa que nos habita. El contacto con el Espíritu interior se puede buscar, pero solo se podrá lograr en el momento adecuado, se cultiva con la paciencia y con la creación de un habito saludable de mente. Este contacto, para lograrse eficazmente y con la máxima pureza posible debe estar libre (en la persona que lo busca) de desequilibrios nerviosos y fallos en los neurotransmisores que causan algún tipo de delirios, libre de uso de drogas que alteren el cuerpo, y de forzamiento de emocionalismos extremos o ayunos prolongados. 

 Ciertas presentaciones repentinas de pensamientos, conclusiones y otras imágenes de la mente son a veces resultado del trabajo directo o indirecto de nuestro Espíritu interior; pero mucho más frecuentemente, son la emergencia súbita a la conciencia de ideas que se han ido agrupando en los niveles mentales inconcientes, sucesos naturales y diarios de la función psíquica normal y ordinaria inherentes a la red de la mente animal evolutiva. (En contraste con estas emanaciones inconcientes, las revelaciones del Espíritu aparecen a través de los reinos de lo supraconsciente.)

Es a veces posible que se clarifique nuestra mente, que se oiga el flujo de la voz divina (no sonora) que habla continuamente dentro de ti, de manera que puedas volverte parcialmente consciente de la sabiduría, verdad, bondad y belleza del ser personal potencial que constantemente habita en ti. 
Pero nuestras actitudes mentales inquietas y en rápido cambio frecuentemente dificultan los planes e interrumpen la tarea de los Mentores interiores. Su tarea no está tan sólo interferida por la naturaleza innata de nuestras etnias, sino que también se atrasa considerablemente este servicio por nuestras propias opiniones preconcebidas, ideas fijas y prejuicios antiguos. Debido a estos obstáculos, muchas veces sólo sus creaciones no terminadas emergen a la conciencia, y por consiguiente es inevitable la confusión de conceptos. Por lo tanto, al escrutar las situaciones mentales, hay seguridad tan sólo en el reconocimiento pronto de cada pensamiento y toda experiencia lo que éste real y fundamentalmente es, desechando enteramente lo que podría haber sido.

El Espíritu interior comúnmente en nuestra vida no nos hablará en un intenso flujo mental de palabras, al menos no como concientemente esperamos que ocurra dado nuestro nivel bajo de espiritualidad predominante, pero si comúnmente a través de su Mentoria divina inconsciente y sutil la cuál percibimos a través de nuestra visión-intuición espiritual. El Espíritu si derrama verdad, belleza y bondad, y solo llegamos a ser cada vez mas conscientes de esos regalos a medida que hacemos la voluntad del Padre, y cuando hacemos su voluntad somos capaces de captar el flujo revelatorio del Espíritu interior.

El camino hacia el reino de los pensamientos del Espíritu no se logra con atajos, y aunque el misticismo es deseable para este contacto, este debe practicarse con moderación y control. El Espíritu mismo se comunica con su sujeto humano de bajo nivel espiritual de forma personalizada y atreves de símbolos y otros métodos indirectos, esto mientras la mente no tenga la capacidad de captar las transmisiones superiores del Espíritu que se pierden entre la inestabilidad humana de pensamientos. El Espíritu, en una mente de alta espiritualidad se puede comunicar con una voz semejante a la voz de la conciencia, pero en un estado glorificado, la conciencia no es una voz de Dios que le habla al alma humana, es solamente la suma total del contenido moral y ético de las costumbres de cualquier época y etapa corriente de la vida; representa simplemente la reacción ideal concebida por el ser humano en cualquier conjunto dado de circunstancias; La conciencia moral, con justicia, nos amonesta para que hagamos el bien; pero el Espíritu interior, además, intenta decirnos qué es verdaderamente el bien; o sea, lo hace cuando, y, si somos capaces de percibir la guía de este Mentor divino.

Nosotros nos comunicamos con nuestro Espíritu en grados variables y cada vez más a medida que ascendemos en los círculos psíquicos, a veces directamente, pero con más frecuencia indirectamente. Pero es peligroso casarse con la idea fija de que cada nuevo concepto que se origina en la mente humana sea transmisión o mandato puro del Espíritu interno. Muy frecuentemente aquello que aceptamos como "la voz del Espíritu" es en realidad la emanación de nuestro propio intelecto y ego. Éste es un terreno peligroso, y cada uno de nosotros debemos solucionar estos problemas por nosotros mismo de acuerdo con nuestra sabiduría  natural y nuestro discernimiento suprahumano.
Nuestras propias pasiones, impulsos, y otras tendencias innatas se plasman en el escenario y nuestros deseos inexpresados reemplazan los mensajes divinos que el que nos habita intenta transmitir en los registros psíquicos durante el sueño inconsciente. Nuestro gran desafío consiste en alcanzar una mejor comunicación con el Mentor divino que nos habita. La aventura más grande que podemos tener en este estado humano consiste en un esfuerzo bien balanceado y sano por avanzar los límites de la propia conciencia hasta los ocultos reinos de la conciencia embrionaria del alma en un esfuerzo honesto por alcanzar el reino que linda con la conciencia espiritual —al contacto con la presencia del Espíritu. Esta experiencia constituye la conciencia de Dios, una experiencia poderosamente confirmadora de la verdad preexistente de la experiencia espiritual de conocer a Dios. Esta conciencia del espíritu equivale a conocerse verdaderamente a uno mismo, el conocimiento de la actualidad (hecho) de nuestra  filiación con Dios. De otra manera, la certeza de la filiación con Dios es un acto de fe.

El Espíritu divino no habla al corazón humano inmaduro, habla desde el alma hacia la mente en evolución. Si usted oye voces reales en su cabeza no es el Espíritu, es un delirio (trastorno). El espíritu divino hace contacto con el hombre mortal, no mediante sentimientos, emociones fuertes o voces humanas audibles sino en el dominio del pensamiento más elevado y más espiritualizado. Son nuestros pensamientos los que nos conducen hacia nuestro Dios interno. Se puede percibir la naturaleza divina tan sólo con los ojos de la mente. Pero la mente que verdaderamente percibe a Dios, que escucha claramente a la chispa divina, es la mente limpia. 

Los Modeladores de nuestros Pensamientos aceptan una misión difícil cuando se ofrecen como voluntarios para morar en seres tan complejos como nosotros.  Pero han tomado a cargo la tarea de existir en nuestras mentes, para recibir allí las instrucciones de las inteligencias espirituales de los reinos y a su vez transmitir o traducir estos mensajes espirituales para la mente material; son indispensables para el ascenso al Paraíso.


Lo que el Espíritu interior no puede utilizar en nuestra vida actual, esas verdades elevadas que no puede trasmitir exitosamente al hombre de su tutela, preservará fielmente para uso en la próxima etapa de la existencia, tal como ahora lleva de círculo en círculo aquellas cosas que no consigue registrar en la experiencia del sujeto humano,  debido a la incapacidad o fracaso de la criatura de ofrecer un grado suficiente de cooperación.

El Espíritu de la Verdad y el Espíritu Santo
El Espíritu de la Verdad es circuito personal de Mikael de Nebadon, y el Espíritu Santo es el circuito personal de la Espíritu Madre. Estos circuitos o redes no son personas, no puedes canalizarlos o invocarlos porque ya están conectados a nosotros, y no se encargan de dejar mensajes bonitos de inspiración, sus funciones son mucho más grandes y pletóricas.

Todo esto está documentado fuertemente en el Libro de Urantia, le recomiendo que haga una lectura más seria y solida para una mejor perspectiva.

Conclusión
1) Las canalizaciones no son mensajes divinos.
2) Forzar la experiencia lleva a ilusiones mentales.
3) El verdadero contacto no se fuerza llega en el momento correcto por voluntad del Espíritu. Debemos trabajar para lograr esa comunicación plena.
4) El contacto con el Espíritu es real y variado según el nivel espiritual que tengamos.
5) El contacto del Espíritu contigo mismo se personaliza a tu situación interna y externa; Dios trata a cada hijo humano como si fuera su único hijo en el universo.
6) Los circuitos del universo no son personas, no se canalizan ni dan mensajes.
7) En los niveles más bajos de Espiritualidad, el contacto o revelación puede ser infructuoso, imperfecto, o mal entendido.

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