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jueves, 5 de septiembre de 2024

¿Debemos creer todo lo que dice Micael de Nebadón?


Los Reveladores del Libro de Urantia son claros en decirnos lo siguiente:

196:2.7 (2093.1) Algunas declaraciones enérgicas de Jesús no os impresionarían ni os perturbarían si recordarais simplemente que fue la persona religiosa más entusiasta y entregada del mundo. Fue un mortal enteramente consagrado, dedicado sin reservas a hacer la voluntad de su Padre. Muchas de sus afirmaciones aparentemente duras eran más una confesión personal de fe y un compromiso de entrega que órdenes a sus seguidores. 

169:4.4 (1856.2) Jesús sabía muy bien que Dios solo puede ser conocido mediante las realidades de la experiencia; nunca puede ser comprendido mediante la sola enseñanza de la mente. Jesús enseñó a sus apóstoles que aunque nunca podrían comprender plenamente a Dios, podrían sin duda conocerlo igual que habían conocido al Hijo del Hombre. Podéis conocer a Dios, no a base de comprender lo que decía Jesús, sino a base de saber lo que era Jesús. Jesús era una revelación de Dios.

169:4.2 (1855.3) Jesús nunca dio a sus apóstoles una lección sistemática sobre la personalidad y los atributos del Padre en el cielo. Nunca pidió a los hombres que creyeran en su Padre; dio por hecho que así lo hacían. Jesús nunca se empequeñeció profiriendo pruebas de la realidad del Padre. Sus enseñanzas sobre el Padre se centraban todas en la declaración de que él y el Padre son uno; que el que ha visto al Hijo, ha visto al Padre; que el Padre, como el Hijo, conoce todas las cosas; que sólo el Hijo realmente conoce al Padre, y aquél a quien el Hijo se lo revela; que el que conoce al Hijo también conoce al Padre; y que el Padre lo envió al mundo para revelar sus naturalezas combinadas y para mostrar su trabajo conjunto. Nunca hizo otras declaraciones sobre su Padre, excepto a la mujer de Samaria junto al pozo de Jacob, cuando declaró: «Dios es espíritu».

169:4.3 (1856.1) Aprendéis sobre Dios a través de Jesús observando la divinidad de su vida, no dependiendo de sus enseñanzas. 
De la vida del Maestro cada uno de vosotros puede asimilar ese concepto de Dios que representa la medida de vuestra capacidad para percibir las realidades espiritual y divina, las verdades real y eterna. El finito jamás puede esperar comprender al Infinito, excepto en cuanto estuvo el Infinito enfocado en la personalidad espacio-temporal de la experiencia finita de la vida humana de Jesús de Nazaret.

169:4.12 (1857.3) ¡Pero cuidado!, Jesús no dijo nunca: «Quien me haya oído ha oído a Dios». Lo que dijo fue: «Aquel que me haya vistoha visto al Padre». Oír las enseñanzas de Jesús no equivale a conocer a Dios, pero ver a Jesús es una experiencia que es en sí misma una revelación del Padre al alma.

Seria un error garrafal convertir sus enseñanzas en dogmas teológicos y verdades eternas, que deben llevarse por fuerza intelectual para que sean aceptadas por el peso de la mera lógica. O bien imponer y llevar las palabras de Jesus validadas por la falacia de autoridad, porque las dijo Jesús.

181:2:24 (1961.3) He hecho todo lo que puede hacerse para esclarecer vuestra mente y liberar vuestra alma, y lo que no hayáis podido obtener de mis enseñanzas y de mi vida, ahora os debéis preparar para adquirirlo del maestro de todos los maestros: la experiencia real.

Cualquier intento de elevar el mensaje de Jesús y su figura termina opacando su vida humana, que fue lo que lamentablemente logró el cristianismo y que hoy persiste en todos sus cultos.

El Evangelio de Jesús es sobre todo su propia vida, ese es su mensaje, su regalo y su legado para la humanidad. El Espíritu de la Verdad no es un espíritu que revela enseñanzas escritas ni reglas de conductas arbitrarias, es El Espíritu de la Verdad y la Belleza idealista, nos guía hacia la verdad viva, la verdad que se experimenta, es decir formas practicas de ser mejores seres humanos y de conectar con Dios.

Esto no significa que de las palabras de Jesús no se pueda extraer verdades y aprendizajes, pero se debe entender el contexto donde estas se presentan y como los Reveladores en algunos momentos las adaptan  a las condiciones ideológicas y religiosas del siglo 20.

Aparte de que solo representan una parte del Evangelio, ya que la verdad divina continua en el proceso de nuestra espiritualidad revelándose en la experiencia diaria.

Recordemos siempre:
El Evangelio que vivió Jesús no es el pan, sino que es la levadura en la masa. El Evangelio es una semilla, no es un arbol. 

Y terminamos con esta cita:

(1581.6) 140:8.19 5. Religión personal. Vosotros, así como lo hicieron sus apóstoles, podréis comprender mejor las enseñanzas de Jesús por su vida. Vivió una vida perfeccionada en Urantia, y sus enseñanzas singulares sólo pueden ser comprendidas cuando se visualiza esa vida dentro de su ambiente inmediato. Es su vida, y no sus lecciones a los doce ni los sermones a las multitudes, la que os ayudará a revelar el carácter divino y la personalidad amorosa del Padre.





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