B. LA ESCUELA COMÚN DEL ESPIRITISMO
I. SUPERSTICIÓN MÉDICA
Desgraciadamente, en el pasado los médicos hemos contribuido inconscientemente a la credulidad de nuestros pacientes. Hemos estado acostumbrados a parecer sabios y a actuar solemnemente, a escribir misteriosas recetas en un latín desconocido para medicamentos supuestamente poderosos y potentes que el paciente, sin entender nada de las leyes de causa y efecto, se tragaba en la ignorancia y con temor más o menos reverente, y de inmediato esperaba ponerse bien - esperaba un cambio repentino, misterioso y casi milagroso de los síntomas.
El temor supersticioso y la reverencia con que el médico de familia, en una generación pasada, era tenido en estima por el hogar medio, aunque hermoso de recordar y sublime de contemplar, no era, sin embargo, sino una perpetuación de aquella tendencia de tiempos pasados en que el pueblo llano estaba plagado de sacerdotes, groseramente engañado, vergonzosamente dominado por los elementos más sagaces y astutos de su época y generación, que asumían las prerrogativas de maestro religioso y médico, y en estos papeles combinados dirigían la gestión de sus sufrimientos en la tierra y trataban de controlar su destino espiritual cuando habían pasado al otro mundo.
La profesión médica está empezando a librarse de estas prácticas injustas y tendencias supersticiosas. Hoy en día el médico se está convirtiendo más en un maestro, instruyendo a sus pacientes en las leyes de la vida, ya que pertenecen a los reinos de la mente y el cuerpo, señalando así a los enfermos hacia la estabilidad de la ley natural como la seguridad y la fuente de curación, alejándolos de las tendencias de la automedicación y la devoción a las medicinas patentadas.
Los médicos de esta generación y de las venideras pueden hacer mucho para contrarrestar la tendencia convencional a producir, en la mente popular, esos estados psicológicos que tan fácilmente se prestan a creencias infundadas y crédulas en fenómenos espiritistas. El médico puede hacer mucho para enseñar a sus pacientes una comprensión adecuada de las leyes de la vida, para hacerles comprender que la patología no es más que fisiología trastornada, que la enfermedad no es más que el fenómeno de la salud que se manifiesta en condiciones anómalas o adversas, que la muerte no es más que una cesación de las fuerzas de la vida.
Los médicos y médicas deben ayudar a sus pacientes a superar esta tendencia casi universal a mirar con miedo y temor a la muerte, y con miedo y superstición a los muertos. El médico de familia, cuando la muerte ha aparecido en una familia o en el vecindario, podría tomar a algún muchacho o muchacha en estado anómalo, y con cinco minutos de instrucción y acompañándoles a la cámara mortuoria, ahorrarles, por una parte, largos sufrimientos y tendencia nerviosa, desde el punto de vista de su salud física personal; así como librarles, por ventura, de ese miedo antinatural a la muerte que sirve para hacerles tan prontas víctimas de una especie de propaganda espiritista en sus últimos años.
Fuente: The Truth About Spiritualism, by Doc Sadler (hosted-by-files.com)
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