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lunes, 23 de enero de 2017

El Principio de Coherencia Orgánica



En nuestro intento por comprender la técnica transformadora de la existenciación, parece que hemos descubierto uno de los principios fundamentales que subyacen en las transacciones del cosmos (Apéndice VIII, sección 3) Lo llamaremos provisionalmente el "principio de coherencia orgánica", que podría expresarse así:

Los actos de la deidad siempre producen reacciones coherentes en el potencial de receptividad del nivel de realidad afectado.


Creemos que esto es así porque la realidad es más que mecánica, es un organismo; está viva y unificada como un organismo, de ahí que revele la coherencia interna y la receptividad activa de un organismo viviente. Nos han enseñado que la receptividad de los mecanismos es inherentemente pasiva, mientras que la reacción de los organismos es inherentemente activa 112:1.13
La realidad finita es un organismo viviente.

Los Documentos exponen la idea de que la realidad es un organismo vivo en el nivel finito. Proponen la idea de que el gran universo es un "organismo viviente magnífico y sensible" 116:7.1 Los Documentos hacen comparaciones ilustrativas entre:


LU 4:1.10 Hay también una unidad orgánica en los universos del tiempo y el espacio que parecería respaldar el entero tejido de los acontecimientos cósmicos. Esta presencia viviente del Ser Supremo evolutivo, esta Inmanencia del Incompleto Proyectado se manifiesta inexplicablemente de cuando en cuando por lo que parece ser una asombrosa y fortuita coordinación de acontecimientos en el universo aparentemente desconectados. Ésta debe ser la función de la Providencia —el dominio del Ser Supremo y del Actor Conjunto.

116:7.1 Los circuitos neuronales del cuerpo humano y los circuitos de inteligencia del gran universo.

(Ibíd.) El sistema arterial para la alimentación del cuerpo humano y los canales de energía del gran universo.

(Ibíd.) El sistema de control químico de un cuerpo humano y los centros comparables de supercontrol del gran universo.

116:7.2 La energía solar para mantener la vida física de los seres humanos y las energías del Paraíso para el sostenimiento físico de los universos.

116:7.2 La mente Ayudante como elemento esencial para la autoconciencia humana, y la Mente Suprema como elemento esencial para la conciencia de la Totalidad Finita (la conciencia de la personalidad emergente del gran universo: el Ser Supremo)

116:7.4 La receptividad humana a la guía del espíritu y la receptividad comparable del gran universo al poder de atracción espiritual del Hijo Eterno.

116:7.5 La identificación humana con la estabilidad absoluta del Ajustador interior, y la dependencia del Ser Supremo de la estabilidad absoluta de la Trinidad del Paraíso existencial.

Estas citas describen con bastante claridad al gran universo como un organismo viviente, e identifican igualmente al Ser Supremo como la personalización emergente de ese organismo viviente.
La realidad superfinita como organismo viviente. 

Podemos comprender además que todo lo que el Supremo es para el cosmos finito, el Último debe serlo para el cosmos absonito, el universo maestro. Si el gran universo es una creación viviente que está personalizando su poder en el Supremo, entonces el universo maestro debe ser un organismo viviente semejante que está personalizando su poder en el Último. Si estos planteamientos son válidos, entonces la realidad total también debe ser un organismo viviente (un organismo viviente absoluto) Y este organismo absoluto (existencial) debe estar impregnado por el Infinito, por ese ser que conocemos como Dios.

Si podemos considerar que la realidad de cada nivel es activa, viviente y orgánica (en lugar de pasiva, inerte y mecánica), entonces podemos comprender mejor por qué cualquier acto de la divinidad, en cualquier nivel, producirá ciertas reacciones repercusivas en el organismo viviente del nivel afectado. Cualquiera de esos actos de la divinidad causará ciertas respuestas orgánicas inevitables, inherentes a la perpetuación del patrón simétrico de la unidad orgánica viviente de la realidad. Si este no fuera el caso, entonces no habría ningún sistema (patrón de armonía) en el cosmos, algo faltaría o estaría fuera de lugar (1227.7-9) 112:1.17-19 En los niveles espaciotemporales evolutivos de la imperfección, un desorden así es muy posible que se encuentre como un hecho transitorio en el tiempo (de ahí la presencia del error y del mal) Pero en los niveles elevados y superfinitos de la realidad, difícilmente podría ser el caso.


¿Podemos dar validez a este principio en los niveles superfinitos? ¿Podemos encontrar pruebas adicionales de este principio (el principio de la coherencia orgánica)? Consideremos otras posibilidades.
La coherencia orgánica absoluta. Siempre que Dios actúa "…como personalidad absoluta e incalificada, solo puede actuar como, y con, el Hijo…" 10:2.1 Esta es la esencia de la asociación Padre-Hijo, y una acción así es una acción del Padre-Hijo. Siempre que la asociación Padre-Hijo actúa, el Creador Conjunto reacciona, responde 8:5.6; esta es la actividad de "…uno como dos y actuando por los dos" 10:4.5 Si esta acción del Padre-Hijo es una acción de su Deidad Total, entonces se convierte en la acción de "…tres como uno solo y en uno solo…" (Ibíd.): la acción de la Trinidad del Paraíso. Si el valor de esta acción de la deidad es absoluto, entonces se convierte en la acción absoluta de la Trinidad del Paraíso 10:8.3; y la acción absoluta de la Trinidad del Paraíso produce una activación repercusiva de la Deidad Total, del Absoluto de la Deidad (116.4-5) 10:8.3-4 Dicha activación del Absoluto de la Deidad activará a su vez al Absoluto Incalificado, debido a la presencia unificadora del Absoluto Universal 0:11.15 Así pues, un acto absoluto por parte de Dios repercutirá en la realidad total, al cual responderá la realidad total. El Absoluto Incalificado puede ser el que mecaniza, pero el Absoluto de la Deidad es el que activa la realidad total 0:11.4 Todas estas relaciones ilustran bastante bien la coherencia orgánica de la reacción en los niveles absolutos de la realidad existencial total.
La coherencia orgánica de la Deidad. 

La Deidad misma manifiesta un elemento de coherencia que se conoce mejor como "…divinidad… la cualidad característica, unificadora y coordinadora de la Deidad" 0:1.16 Una mejor ilustración de esto es la manera en que las trinidades experienciales abarcan la realidad experiencial y, a su vez, expresan la aparición de las deidades experienciales:

(a) Formación trinitaria. "Las funciones de la Trinidad abarcan las realidades de la deidad" 0:12.4 La Trinidad del Paraíso abarca la realidad existencial de la Deidad del Paraíso (Padre, Hijo y Espíritu) La Trinidad Última abarca la realidad de la Deidad experiencial funcional en el gran universo: Ser Supremo, Creadores Supremos y Arquitectos Maestros. La Trinidad Absoluta abarca la realidad de la Deidad funcional en el universo maestro: el Supremo, el Último y el Consumador del Destino del Universo (16.3-4) 0:12.7-8

(b) Personalización de la Deidad. "…Las realidades de la Deidad buscan siempre… personalizarse". Dios Supremo, Dios Último e incluso Dios Absoluto son por tanto inevitabilidades divinas" 0:12.4 Son las expresiones experienciales, las personalizaciones de poder, del funcionamiento fructífero de la Deidad Séptuple, la Trinidad Última y (quizás) la Trinidad Absoluta, las cuales abarcan segmentos cada vez más amplios de la realidad.

Adelantamos la creencia de que la capacidad de respuesta del universo reaccionará siempre a la voluntad intencional y a los mandatos de la Deidad y la Divinidad. El Incalificado reacciona al Absoluto de la Deidad; el universo maestro es indudablemente sensible a los propósitos emergentes del Último; el gran universo se está volviendo sensible a la soberanía emergente del Supremo.

Este mismo principio es cierto incluso con respecto a la progresión evolutiva de los seres humanos: "Cuando el hombre actúa, el Supremo reacciona, y esta operación constituye el hecho del progreso" 117:5.6

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