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viernes, 12 de junio de 2020

Dividiendo el electrón

Nuevas investigaciones sugieren que los científicos pueden dividir el electrón. ¿No hay nada sagrado, pregunta Philip Ball?

Wolf Wrams - 2 - Broken Switch | Electron Emitter

2.400 años después de que el filósofo griego Demócrito propusiera el átomo irreductible y más de 80 años después de que Ernest Rutherford lo dividiera por primera vez, la idea de que estos bloques de construcción de la materia no son, como su nombre indica, indivisibles, es algo común. Los átomos se dividen diariamente en los reactores nucleares.

Ahora Humphrey Maris, de la Universidad Brown en Rhode Island, EE.UU., propone algo aún más chocante para la ortodoxia científica. Él piensa que los electrones también pueden ser divididos... en fragmentos llamados 'electrinos'.

El físico británico J. J. Thompson descubrió el electrón en 1897 (por el cual ganó el Premio Nobel de Física de 1906). Dedujo que los "rayos catódicos" que ahora iluminan las pantallas de televisión son haces de estas pequeñas partículas subatómicas cargadas eléctricamente.

Luego, alrededor de 1912, Rutherford y el físico danés Niels Bohr propusieron que los átomos consisten en electrones que orbitan alrededor de un núcleo denso de otras partículas subatómicas. En esencia, esta es la imagen que prevalece del átomo hoy en día.

Se cree que las partículas nucleares - protones y neutrones - comprenden aún más partículas fundamentales llamadas 'quarks'. Los electrones, por el contrario, se piensa que son indivisibles. Son 2.000 veces más ligeros que los protones y al menos 100 millones de veces más pequeños que un átomo.

Si el electrón fuera "divisible", se podría esperar detectar partículas con alguna fracción de la carga eléctrica negativa del electrón. Nunca se ha informado de ello (aunque los electrones en los sólidos a veces pueden conspirar para parecer tener cargas más pequeñas). Se podría perdonar que se piense que no hay ni un solo fragmento de evidencia que apoye a un "fragmento de electrón". Pero Maris ha encontrado algunas.
Ha vuelto a examinar los experimentos realizados por primera vez en los años 60 y 70. En ellos, se inyectaron electrones en helio licuado (que existe sólo a 269°C bajo cero, unos 4 grados sobre el cero absoluto).

Los electrones en el helio se comportan de una manera desconcertante, para la cual no hay, hasta ahora, una explicación completamente satisfactoria. Crean diminutas burbujas, de unas 4 millonésimas de milímetro (aproximadamente 400 átomos de ancho) de diámetro, en las que no puede entrar el helio. Cuando la luz brilla sobre estas burbujas, parecen aparecer nuevas partículas no identificadas y cargadas negativamente.

La física de baja temperatura está llena de tales rarezas. El rompecabezas era que la luz no simplemente expulsaba los electrones del helio. De hecho, no estaba claro qué les había pasado. Maris sugiere que los electrones se habían separado.

Propone que la luz hace que las burbujas oscilen, hasta que se rompen como gotas de lluvia agitadas. Dentro de la burbuja inicial, dice, el electrón se comporta como una especie de onda. Cuando la burbuja se rompe, cada fragmento se lleva una parte de la onda de electrones con ellos... un "electrino".

Maris dice que este comportamiento es posible en el helio líquido porque se comporta como un 'superfluido', que fluye con una viscosidad aparentemente nula. Así que las oscilaciones de la burbuja que conducen a la ruptura no son amortiguadas como lo serían en un líquido normal.

Maris ha publicado su idea tranquilamente en el Journal of Low Temperature Physics, pero seguro que suscita controversia. Algunos físicos, como Gary Ihas de la Universidad de Florida, dicen que aún no se han descartado explicaciones más convencionales para las misteriosas partículas cargadas producidas por la luz. Pero Peter McClintock de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido, un experto en física de baja temperatura del helio, llama el trabajo de Maris, "extremadamente interesante".

Fuente: https://www.nature.com/articles/news000921-1

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Dice el Libro de Urantia:


LDU 42:6.4 (476.6) Los ultimatones, desconocidos en Urantia, van disminuyendo su velocidad a través de muchas fases de actividad física antes de alcanzar los prerrequisitos de energía revolucionaria para la organización electrónica. Los ultimatones poseen tres variedades de movimiento: resistencia mutua a la fuerza cósmica, revoluciones individuales de potencial de antigravedad, y las posiciones intraelectrónicas de los cien ultimatones mutuamente interasociados.

42:6.5 (476.7) La atracción mutua mantiene juntos a cien ultimatones para constituir un electrón; y nunca hay más ni menos que cien ultimatones en un electrón típico. La pérdida de uno o más ultimatones destruye la identidad electrónica típica, trayendo así a la existencia una de las diez formas modificadas del electrón.

42:6.6 (476.8) Los ultimatones no describen órbitas ni remolinos en circuitos dentro de los electrones, pero se desparraman o se agrupan de acuerdo con sus velocidades axiales revolucionarias, determinando así las dimensiones electrónicas diferenciales. Esta misma velocidad ultimatónica de revolución axial también determina las reacciones negativas o positivas de los varios tipos de unidades electrónicas. La entera segregación y agrupación de materia electrónica, juntamente con la diferenciación eléctrica de los cuerpos negativos y positivos de la energía-materia, provienen de estas varias funciones de la interasociación de los componentes ultimatónicos.

42:6.3 (476.5) Los ultimatones funcionan por atracción mutua, respondiendo tan sólo a la tracción de la gravedad circular del Paraíso. Al no responder a la gravedad lineal, se mantienen así a la deriva universal en el espacio. Los ultimatones son capaces de acelerar la velocidad de revolución hasta el punto de una conducta parcialmente antigravitacional, pero no pueden, independientemente de los organizadores de la fuerza o de los directores del poder, alcanzar la velocidad crítica de escape de la desindividualización, o sea volver a la etapa de energía potente. En la naturaleza, los ultimatones escapan al estado de existencia física tan sólo cuando participan en la desintegración terminal de un sol enfriado y moribundo.

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