La Religión del Espíritu, es la autentica espiritualidad que toda la especie humana debe desear para avanzar hacia el divino ideal de Dios. El ser humano progresa a medida que evoluciona en su trabajo de espiritualidad (conociéndose así mismo), su contacto y cooperación con su Chispa interior.
La espiritualidad se va transformando en el indicador del nivel propio de conexión con Dios y la medida de nuestra propia generosidad y sensibilidad hacia los semejantes. La espiritualidad nos dota del poder de descubrir y admirar la belleza en las cosas, de reconocer y comprender la verdad en los significados y de sentir y experimentar la bondad de los valores.
Es este sutil espíritu divino, esta chispa de luz, este pedacito de Dios quien encierra nuestro potencial de espiritualidad absoluta, quien nos da a beber gota a gota del Mar Infinito.
Cuando tenemos más control de nuestro cuerpo, que él, de nosotros, entonces el cielo nos envía ángeles guardianes para acompañarnos en esta aventura de crecimiento personal. En cada experiencia están allí para que todo este a favor de nuestra evolución.
Hasta que como humanidad no avancemos al nivel de un reconocimiento más alto y más general de las realidades de la experiencia espiritual, gran cantidad de seres humanos continuarán mostrando una preferencia personal por esas sectas y religiones autoritarias que requieren tan sólo consentimiento intelectual, en contraste con la poderosa religión del espíritu, que conlleva la participación activa de la mente y del corazón en la aventura de la confianza de luchar cuerpo a cuerpo con las realidades rigurosas de la progresiva experiencia humana.
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