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martes, 18 de septiembre de 2018

Dyaus-Zeus : Su etimología

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Dyáuṣ Pitṛ́ (Sánscrito védico: द्यौष्पितृ / Dyáuṣpitṛ́, literalmente "Padre del Cielo") es la deidad "Padre Cielo" del panteón védico, que aparece en los himnos con Prithvi Mata "Madre Tierra" en las antiguas escrituras del hinduismo. Es significativo en el campo de la filología comparada de la religión proto-indoeuropea, ya que se han descubierto conceptos vocativos y nominativos similares en otros idiomas, como Dies Pater (latín), Zευς πατήρ (griego antiguo), Tius o Zio (alemán antiguo) y Toutiks dipater (piceno del sur), todos los cuales, como Dyáuṣ Pitṛ́, significan "padre del cielo".

En el Rigveda, Dyaus Pitr aparece en los versículos 1.89.4, 1.90.7, 1.164.33, 1.191.6, 4.1.10 y 4.17.4 También se le conoce bajo diferentes teónimos: Dyavaprithvi, por ejemplo, es un dvandva que combina `el cielo' y `la tierra' como Dyaus Pitr y Prithvi Mata.

El nombre Dyauṣ Pitṛ está etimológicamente relacionado con teónimos como el griego Zeus Pater, y estrechamente relacionado con el latín romano Júpiter. Tanto Dyauṣ como Zeus provienen de un Proto-Indo-Europeo *Dyeus (también *Dyḗus Ph₂tḗr, también escrito *dyḗws). Este y muchos otros paralelismos, como la similitud del dios de la lluvia védica Parjanya' con el eslavo Perun, el lituano Perkūnas, y el nórdico Thor y Fjörgyn, llevaron a los eruditos del siglo XIX a realizar estudios mitológicos comparativos y a conjeturar que los rituales védicos, posvédicos, griegos y romanos probablemente tenían raíces proto-indoeuropeas más antiguas.

El sustantivo dyaús (cuando se usa sin el "padre" pitā́) se refiere al cielo iluminado por el día, y ocurre frecuentemente en el Rigveda, como una entidad. El cielo en la escritura védica fue descrito como elevándose en tres niveles, avamá, madhyamá, y uttamá o tṛtī́ya (RV 5.60.6).


Dice el Libro de Urantia


98:1.3 (1078.1) Los griegos helénicos encontraron el mundo mediterráneo mayormente dominado por el culto a la madre, e impusieron sobre estos pueblos su hombre-dios, Dyaus-Zeus, que ya se había vuelto, como Yahwéh entre los henoteístas semitas, la cabeza de un completo panteón griego de dioses subordinados. Los griegos finalmente habrían llegado a un monoteísmo auténtico en el concepto de Zeus si no hubiesen retenido la idea del supercontrol de los Hados. Un dios de valor final debe, en sí mismo, ser el árbitro de los hados y el creador del destino.

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