Etimología de la palabra Edén (Wikipedia)
La palabra Edén se acostumbra a emplear, en lenguaje coloquial, con el mismo significado que el vocablo Paraíso. La Septuaginta tradujo la palabra hebrea correspondiente a “jardín” (gan) mediante la palabra griega parádeisos, que a su vez viene del término persa ''pardês'' que significa huerto, parque o jardín. En cambio «Edén» es una palabra hebrea de origen sumerio "edin" que significa "planicie", o "lugar plano más allá de las tierras cultivadas". El uso de la palabra en el Génesis parece indicar más bien a una región geográfica, mientras que el Paraíso se refiere al huerto "al este" en esa región. Sin embargo, después se le llama “el jardín de Edén”, y en textos posteriores se le denomina “Edén, el jardín de Dios” y “el jardín de Jehová”. A este hecho se debe la asociación de la palabra española “paraíso” con el jardín de Edén.
Es descrito como un parque en que los árboles y las plantas de toda especie que embellecían el paisaje proveían alimento en amplia variedad. También que Dios puso ante Adán “todos los animales domésticos y... las criaturas voladoras de los cielos y... toda bestia salvaje del campo”. Las aguas del río “que procedía de Edén” regaban el suelo de Edén. El hecho de que el hombre estaba desnudo permite suponer un clima templado y agradable.
Anteriormente se propuso una relación con el término sumerio "edin" que aparece en escritura cuneiforme y significaría llanura no cultivada, pero ahora se prefiere su relación con una raíz aramea que significa "bien regado, fructífero"
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Citas del Libro de Urantia
3. La Ubicación del Jardín
73:3.2 (823.2) La comisión, casi por unanimidad, respaldó la tercera selección. Se optó por este sitio, y se tardó dos años en trasladar la sede mundial de la cultura, incluyendo el árbol de la vida, a esta península mediterránea. Con excepción de un solo grupo, todos los que habitaban la península se marcharon pacíficamente cuando llegaron Van y su compañía.
73:3.3 (823.3) La península mediterránea tenía un clima salubre y una temperatura constante; este tiempo estable se debía a las montañas que la rodeaban y al hecho de que esta zona fuera casi una isla en un mar interior. Si bien llovía copiosamente en las tierras altas circundantes, rara vez llovía en Edén mismo. Pero cada noche, dimanando de la extensa red artificial de acequias, un «vapor subía» que refrescaba la vegetación del Jardín.
73:3.4 (823.4) El litoral de esta masa de tierra estaba considerablemente elevado, y el istmo que se comunicaba con el continente tenía sólo cuarenta y tres kilómetros de ancho en el punto más estrecho. El gran río que regaba el Jardín descendía de las tierras más altas de la península, corría en dirección al este por el istmo peninsular hacia el continente, y de ahí, a través de las tierras bajas de Mesopotamia, hasta el mar lejano. Era nutrido por cuatro afluentes que se originaban en las colinas costeras de la península de Edén, y éstas son las «cuatro brazos» del río que «salía de Edén» y que posteriormente se confundieron con los tributarios de los ríos que rodeaban al segundo jardín.
73:3.5 (823.5) En las montañas que cercaban el Jardín abundaban las piedras preciosas y metales, aunque éstos recibieron muy poca atención. El concepto predominante había de ser la glorificación de la horticultura y la exaltación de la agricultura.
73:3.6 (823.6) El sitio elegido para el Jardín era probablemente el paraje más bello del mundo entero, en su género, y el clima entonces era ideal. En ninguna otra parte existía un lugar que pudiera haberse prestado tan perfectamente para convertirse en tal paraíso de expresión botánica. En este lugar de reunión, se congregaba la crema y nata de la civilización de Urantia. Más allá de sus confines, el mundo estaba sumido en la oscuridad, la ignorancia y el salvajismo. Edén era el único punto risueño en Urantia; era naturalmente un sueño de belleza, y no tardó en convertirse en un poema de exquisita y perfeccionada gloria paisajística.
4. El Establecimiento del Jardín
73:4.1 (823.7) Cuando Hijos Materiales, los elevadores biológicos, comienzan su estadía temporal en un mundo evolutivo, a su lugar de morada suele llamársele el Jardín del Edén porque se caracteriza por la belleza floral y grandiosidad botánica de Edentia, la capital de la constelación. Bien sabía Van de estas costumbres y, como correspondía, dispuso que la península entera se entregara al Jardín. Se proyectaron el pastoreo y la ganadería para el continente adyacente. En cuanto a la fauna, sólo se encontraban en el parque pájaros y distintas especies domesticadas. Van ordenó que Edén fuera ni más ni menos que un jardín. Nunca se mataron animales dentro de sus confines. Durante todos los años de su construcción se trajo toda la carne para los trabajadores del Jardín de los rebaños mantenidos a buen recaudo en el continente.
73:4.2 (824.1) La primera tarea fue la de construir la muralla de ladrillo a lo ancho del istmo de la península. En cuanto ésta se terminó, se pudo proceder sin escollos a la labor real del embellecimiento paisajístico y la construcción de casas.
73:4.3 (824.2) Se creó un jardín zoológico edificando una muralla más pequeña justamente afuera de la muralla principal; el espacio intermedio ocupado por toda clase de bestias salvajes servía de protección suplementaria contra los ataques hostiles. Estaba este parque zoológico organizado en doce grandes divisiones; caminos flanqueados de muros conducían entre estos grupos a las doce puertas del Jardín; el río y sus pastizales adyacentes ocupaban el recinto central.
73:4.4 (824.3) Sólo se emplearon obreros voluntarios para preparar el Jardín; nunca se usaron manos mercenarias. Cultivaron el Jardín y cuidaron sus rebaños para sostenerse. También recibieron aportaciones de alimentos de creyentes cercanos. Y se llevó a término esta gran empresa a pesar de las dificultades que resultaron del estado confuso del mundo durante estos tiempos penosos.
73:4.5 (824.4) Pero fue motivo de gran decepción cuando Van, desconociendo cuán pronto vendrían el Hijo y la Hija esperados, sugirió que a la generación joven, también se le instruyera en la labor de proseguir con la empresa, en caso de que se retrasara la llegada de los Hijos. Esto pareció una admisión de falta de fe por parte de Van, lo cual creó considerables dificultades y causó muchas deserciones; pero Van siguió adelante con su plan de preparación, mientras iba reemplazando a los desertores con voluntarios más jóvenes.
5. El Hogar en el Jardín
73:5.1 (824.5) En el centro de la península de Edén estaba el exquisito templo de piedra del Padre Universal, la capilla sagrada del Jardín. Al norte se estableció la sede administrativa; al sur se construyeron las casas para los obreros y sus familias; al oeste se asignó una porción de terreno para las escuelas propuestas para el sistema educacional del Hijo esperado, mientras que en el «este de Edén» se construyeron los domicilios destinados al Hijo prometido y a su progenie inmediata. Los planos arquitectónicos de Edénasignaban hogares y tierra abundante para un millón de seres humanos.
73:5.2 (824.6) Si bien a la llegada de Adán no se había terminado más que un cuarto del Jardín, contaba ya con miles de kilómetros de acequias y con casi veinte mil kilómetros de caminos y sendas pavimentados. Había un poco más de cinco mil edificios de ladrillo en los distintos sectores y un sinnúmero de árboles y plantas. No pasaba de siete el número de casas por cada conjunto habitacional del parque. Y aunque las estructuras del Jardín eran sencillas, eran muy artísticas. Estaban bien construidos los caminos y sendas, y la jardinería ornamental era exquisita.
73:5.3 (824.7) Las disposiciones sanitarias del Jardín superaban con mucho a todo lo que se había intentado hasta ese momento en Urantia. En Edén el agua para beber se mantenía potable mediante el estricto cumplimiento de los reglamentos sanitarios concebidos para conservar su pureza. Durante estos tiempos primitivos surgieron muchas dificultades debido a que se desatendían estos reglamentos, pero Van llegó a inculcarles gradualmente a sus compañeros la importancia de no permitir que nada cayera en el suministro de agua del Jardín.
73:5.4 (825.1) Antes de la instalación posterior de un sistema de eliminación de aguas cloacales, los edenitas practicaron el entierro escrupuloso de todos los residuales o materiales en descomposición. Los inspectores de Amadón hacían un recorrido a diario en busca de posibles causas de enfermedad. Los urantianos no volvieron a tener conciencia de la importancia de la prevención de las enfermedades humanas hasta los últimos tiempos de los siglos diecinueve y veinte. Antes de la interrupción del régimen de Adán, se había construido un sistema de conductos cubiertos de ladrillos para la eliminación de aguas cloacales que corría por debajo de los muros y desembocaba en el río de Edén casi un kilómetro y medio más allá del muro exterior, o menor, del Jardín.
73:5.5 (825.2) Hacia la llegada de Adán, la mayor parte de las plantas de esa sección del mundo se daban en Edén. Se habían superado notablemente gran parte de los frutos, cereales y nueces. Aquí se cultivaron por primera vez muchos vegetales y cereales modernos; pero posteriormente, se perdieron para el mundo veintenas de variedades de plantas alimenticias.
73:5.6 (825.3) Casi cinco por ciento del Jardín estaba sometido al gran cultivo artificial, quince por ciento estaba parcialmente cultivado, el resto se dejó más o menos en su estado natural pendiente de la llegada de Adán, pues se creía que era mejor terminar el par-que de acuerdo con sus ideas.
73:5.7 (825.4) De este modo se aprestó el Jardín de Edén para el recibimiento del Adán y su consorte prometidos. Este Jardín habría hecho honor a un mundo que estuviera bajo una administración perfeccionada y con dominio normal. Adán y Eva quedaron muy contentos con el trazado general de Edén, aunque hicieron muchos cambios en el moblaje de su morada personal.
73:5.8 (825.5) Si bien casi no había quedado terminada la labor de embellecimiento al llegar Adán, el lugar ya era una joya de belleza botánica; y durante los primeros días de su estadía en Edén todo el Jardín cobró nueva forma y asumió nuevas proporciones de belleza y esplendor. Jamás, antes ni después de este momento, albergó Urantia una exhibición tan hermosa y repleta de horticultura y agricultura.
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