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jueves, 23 de junio de 2022

LA VERDAD SOBRE EL ESPIRITUALISMO (3)

1:2 "El Espiritualismo es como estar enamorado"




La creencia en la vida después de la muerte parece ser tan natural para los seres humanos como la tendencia a "enamorarse", y me parece que es tan difícil razonar con la gente en un caso como en el otro, simplemente porque en ambos casos estamos tratando con una emoción humana profunda y fundamental. Me resulta tan provechoso discutir con un espiritualista real como discutir con una pareja joven que está enamorada y decidida a casarse. Cuando una pareja joven me dice que va a orar sobre su relación amorosa, siempre les digo que ahorren su tiempo y sigan adelante, porque he comprobado que cuando una pareja de jóvenes encaprichados ora sobre sus relaciones amorosas, el Señor siempre les responde que sí. Y lo mismo me ocurre con el espiritualista, una vez creyente siempre creyente; pase lo que pase, justifican los errores de su médium (canalizador) favorito y siguen creyendo. 

Los espiritualistas desarrollan el mismo encaprichamiento por su creencia en el retorno de los muertos que un joven desarrolla por su novia, y tanto el joven amante como el devoto del espiritualismo, excitados por estas fantasías psicológicas nacidas de sus deseos inconscientes, se vuelven ciegamente devotos del objeto de su afecto y son totalmente ajenos a todo razonamiento por una parte y a las inconsistencias de la filosofía por otra.

En una palabra, una de las explicaciones de nuestra devoción al espiritualismo moderno es lo que los psicólogos llaman "la voluntad de creer". Incluso los hombres primitivos y prehistóricos eran más o menos religiosos y se entregaban a la esperanza de la inmortalidad, como descubrimos cuando desenterramos sus esqueletos y observamos que muchos de ellos practicaban algún tipo de ceremonial funerario, indicativo de su creencia en una existencia futura. 

La esperanza de sobrevivir a la muerte es el deseo de las edades, y así ha crecido en la humanidad una especie de voluntad instintiva de creer en esto.

El instinto de vivir es tan intenso, es tan biológico e innato, que se extiende más allá de la duración de nuestra vida natural en la tierra, y busca apoderarse de otra vida más allá, busca fusionar la vida en esta tierra con la de una existencia futura. Y he comprobado que este deseo existe en forma variable en todas las clases de mis pacientes, desde el más humilde e ignorante que se encuentra en el dispensario hasta los hombres y mujeres más educados e intelectuales de la práctica privada. No debemos olvidar, incluso en el caso de nuestros modernos hombres civilizados, que los seres humanos son controlados por sus corazones y no por sus cabezas. Somos criaturas emocionales, y no hay mayor emoción en la experiencia humana que el deseo de volver a vivir. 


Fuente: https://ubhs.hosted-by-files.com/docs/H/hg19231101_sadlerw_109.pdf

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