El ultimatón, la primera forma mensurable de la energía, tiene como núcleo al Paraíso. La materia puede parecer manifestar energía inherente y exhibir poderes autocontenidos, pero las líneas de la gravedad involucradas en las energías que se ocupan de todos estos fenómenos físicos se derivan del Paraíso y dependen de éste.
Los ultimatones funcionan por atracción mutua, respondiendo tan sólo a la tracción de la gravedad circular del Paraíso. Al no responder a la gravedad lineal, se mantienen así a la deriva universal en el espacio. Los ultimatones son capaces de acelerar la velocidad de revolución hasta el punto de una conducta parcialmente antigravitacional, pero no pueden, independientemente de los organizadores de la fuerza o de los directores del poder, alcanzar la velocidad crítica de escape de la desindividualización, o sea volver a la etapa de energía potente. En la naturaleza, los ultimatones escapan al estado de existencia física tan sólo cuando participan en la desintegración terminal de un sol enfriado y moribundo.
Los ultimatones, desconocidos en Urantia, van disminuyendo su velocidad a través de muchas fases de actividad física antes de alcanzar los prerrequisitos de energía revolucionaria para la organización electrónica. Los ultimatones poseen tres variedades de movimiento: resistencia mutua a la fuerza cósmica, revoluciones individuales de potencial de antigravedad, y las posiciones intraelectrónicas de los cien ultimatones mutuamente interasociados.
La atracción mutua mantiene juntos a cien ultimatones para constituir un electrón; y nunca hay más ni menos que cien ultimatones en un electrón típico. La pérdida de uno o más ultimatones destruye la identidad electrónica típica, trayendo así a la existencia una de las diez formas modificadas del electrón.
Los ultimatones no describen órbitas ni remolinos en circuitos dentro de los electrones, pero se desparraman o se agrupan de acuerdo con sus velocidades axiales revolucionarias, determinando así las dimensiones electrónicas diferenciales. Esta misma velocidad ultimatónica de revolución axial también determina las reacciones negativas o positivas de los varios tipos de unidades electrónicas. La entera segregación y agrupación de materia electrónica, juntamente con la diferenciación eléctrica de los cuerpos negativos y positivos de la energía-materia, provienen de estas varias funciones de la interasociación de los componentes ultimatónicos. Pero parte de esta dificultad para predecir la conducta electrónica se debe a las velocidades revolucionarias axiales diferenciales ultimatónicas y a la tendencia de los ultimatones a «amontonarse».
Aun los electrones y otras asociaciones de ultimatones pueden desintegrarse, pero los soles no son capaces de degradar los ultimatones. Los átomos y los electrones están sujetos a la gravedad. Los ultimatones no están sujetos a la gravedad local, la interacción de la atracción material, pero son plenamente obedientes a la gravedad absoluta o la del Paraíso, a la tendencia, el giro, del círculo universal y eterno del universo de los universos. La energía ultimatónica no obedece a la atracción lineal o directa de la gravedad de las masas materiales cercanas o remotas, sino que siempre gira de acuerdo con el circuito de la gran elipse de la enorme creación. . Los ultimatones, los electrones, y otras agregaciones de masa de energía son partículas uniformes de materia, y en su tránsito a través del espacio proceden en línea recta.
Los ultimatones funcionan por atracción mutua, respondiendo tan sólo a la tracción de la gravedad circular del Paraíso. Al no responder a la gravedad lineal, se mantienen así a la deriva universal en el espacio. Los ultimatones son capaces de acelerar la velocidad de revolución hasta el punto de una conducta parcialmente antigravitacional, pero no pueden, independientemente de los organizadores de la fuerza o de los directores del poder, alcanzar la velocidad crítica de escape de la desindividualización, o sea volver a la etapa de energía potente. En la naturaleza, los ultimatones escapan al estado de existencia física tan sólo cuando participan en la desintegración terminal de un sol enfriado y moribundo.
Los ultimatones, desconocidos en Urantia, van disminuyendo su velocidad a través de muchas fases de actividad física antes de alcanzar los prerrequisitos de energía revolucionaria para la organización electrónica. Los ultimatones poseen tres variedades de movimiento: resistencia mutua a la fuerza cósmica, revoluciones individuales de potencial de antigravedad, y las posiciones intraelectrónicas de los cien ultimatones mutuamente interasociados.
La atracción mutua mantiene juntos a cien ultimatones para constituir un electrón; y nunca hay más ni menos que cien ultimatones en un electrón típico. La pérdida de uno o más ultimatones destruye la identidad electrónica típica, trayendo así a la existencia una de las diez formas modificadas del electrón.
Los ultimatones no describen órbitas ni remolinos en circuitos dentro de los electrones, pero se desparraman o se agrupan de acuerdo con sus velocidades axiales revolucionarias, determinando así las dimensiones electrónicas diferenciales. Esta misma velocidad ultimatónica de revolución axial también determina las reacciones negativas o positivas de los varios tipos de unidades electrónicas. La entera segregación y agrupación de materia electrónica, juntamente con la diferenciación eléctrica de los cuerpos negativos y positivos de la energía-materia, provienen de estas varias funciones de la interasociación de los componentes ultimatónicos. Pero parte de esta dificultad para predecir la conducta electrónica se debe a las velocidades revolucionarias axiales diferenciales ultimatónicas y a la tendencia de los ultimatones a «amontonarse».
Aun los electrones y otras asociaciones de ultimatones pueden desintegrarse, pero los soles no son capaces de degradar los ultimatones. Los átomos y los electrones están sujetos a la gravedad. Los ultimatones no están sujetos a la gravedad local, la interacción de la atracción material, pero son plenamente obedientes a la gravedad absoluta o la del Paraíso, a la tendencia, el giro, del círculo universal y eterno del universo de los universos. La energía ultimatónica no obedece a la atracción lineal o directa de la gravedad de las masas materiales cercanas o remotas, sino que siempre gira de acuerdo con el circuito de la gran elipse de la enorme creación. . Los ultimatones, los electrones, y otras agregaciones de masa de energía son partículas uniformes de materia, y en su tránsito a través del espacio proceden en línea recta.
Rayos
ultimatónicos — la reunión de la energía en esferas diminutas de
ultimatones ocasiona vibraciones en el contenido del espacio que son
discernibles y mensurables. Mucho antes de que los físicos descubran el ultimatón,
indudablemente detectarán los fenómenos de estos rayos que caen en cascada
sobre Urantia. Estos rayos cortos y poderosos representan la actividad inicial
de los ultimatones cuando su velocidad disminuye hasta el punto en que giran
hacia la organización electrónica de la materia. A medida que los ultimatones se
agregan en electrones, ocurre condensación con un consiguiente almacenamiento
de energía.
Rayos
infraultimatónicos — las revoluciones limítrofes de ultimatones cuando
comienzan a tomar una forma definida. Esta es la primera etapa de la energía
emergente en la cual los fenómenos en forma de onda se pueden detectar y medir.
Fuente: El Libro de Urantia
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