Pagina dedicada a diversos temas del Libro de Urantia, la Quinta Revelación Epocal.
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lunes, 5 de marzo de 2018
¿Importa la Vida?
Dice el Libro de Urantia:
48:6.33 (555.1) La ley es la vida misma y no las reglas de su conducta. El mal es una transgresión de la ley, no una violación de las reglas de conducta que pertenecen a la vida, que es la ley.
70:9.1(793.11) La naturaleza no le confiere al hombre derechos, sino vida, y un mundo en donde vivirla. La naturaleza no confiere ni siquiera el derecho de vivir, tal como se puede deducir si consideramos lo que probablemente le sucedería a un hombre inerme si éste se enfrentara con un tigre hambriento en el bosque primitivo. La seguridad es el don primordial que la sociedad otorga al hombre.
70:9.13(794.8) Cuando los derechos son tan antiguos que se les desconoce su origen, se les suele denominar derechos naturales. Pero los derechos humanos, en realidad, no son naturales; son enteramente sociales. Son relativos y cambian constantemente, pues no son más que las reglas del juego —adaptaciones reconocidas de las relaciones que rigen los fenómenos de competencia humana, las cuales van siempre cambiando.
70:9.14(794.9) Lo que se puede considerar como correcto en una edad, puede no considerarse como tal en otra.
70:9.17(794.12) Pero este ideal de la igualdad es el fruto de la civilización; no se encuentra en la naturaleza. Incluso la cultura misma demuestra de forma contundente la desigualdad inherente a los hombres a través sus muy desiguales capacidades culturales. La realización repentina y no evolucionaria de la supuesta igualdad natural volvería a precipitar al hombre civilizado a las toscas usanzas de las edades primitivas. La sociedad no puede ofrecer los mismos derechos a todos, pero sí puede comprometerse a administrar los variados derechos de cada quien con justicia y equidad. Le corresponde e incumbe a la sociedad proporcionar al hijo de la naturaleza una oportunidad justa y pacífica de perseguir la autoconservación, de participar en la autoperpetuación, y al mismo tiempo, de gozar de cierto grado de autogratificación; la suma de los tres constituye la felicidad humana.
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