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martes, 14 de marzo de 2017

GEOMETRIA SAGRADA: "SEXTA LEY DE DISTRIBUCIÓN PENTAFLOR"

Autor: Rolando De Stefani Lopez


Después de la ley de acumulación continúa la ley de distribución.

Está basada, geométrica-mente, en la Pentaflor. Esta última es la imagen de poder más acabada de la Geometría Sagrada. Refleja la vista superior de la molécula dodecaédrica del ADN y es una imagen que nos sirve para generar un punto de implosión y ordenar la energía, las ondas y la materia de manera armónica.

Es un símbolo construído con diez espirales doradas ordenadas sobre un pentágono. Su base matemática es la secuencia numérica Fibonacci o la secuencia de la vida.

Si graficamos esta ley observamos que, a partir de cuadrados, vamos construyendo una red dorada que sale del vacío y regresa a él.

Hay muchas personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte que reportan ver un túnel y que se sienten atraídas por el fondo del túnel. En el momento de la muerte, tu memoria pasa por la ley de distribución y escoge aquello que resuena con la vida. Es como un filtro que decide qué es aquello que puede ser distribuible y aquello que no lo es.

Las escuelas de conocimiento basadas en el principio de la distribución son enseñanzas no herméticas, expuestas y abiertas. Se conocen sus fines, principios y medios, no operan en base a jerarquías, sino que se organizan en base a redes, donde cualquier miembro del grupo puede tener acceso a cualquier otro. No hay un maestro, gurú o sabelotodo que dirija institución alguna pues el conocimiento y las experiencias están disponibles para todos.

No es que esta ley sea ideal. La ley hexagonal de la Flor de la Vida y la ley pentagonal en la Pentaflor tienen sus propias características. Por ejemplo, en las escuelas de enseñanza pentagonal, al no haber un guía, el estudiante puede perderse en sus propias fantasías sobre el trabajo interior. Al estar basado en el valor de la autodeterminación, autosustentación, autodirección, el maestro utiliza la mayéutica para formular sus aseveraciones y direccionar el camino. No hay recetas para llegar a ningún lugar. De hecho, no hay lugar alguno a dónde llegar. Sólo se comparte y se busca hacer que el conocimiento esté disponible para la
mayoría, para enriquecer entre todos un corpus teórico-práctico.

En este proceso, lo que puede ocurrir es que no se comprenda que el conocimiento está cifrado en distintos niveles de codificación. Al provenir de sistemas jerárquicos, existen también niveles de interpretación de acuerdo al grado alcanzado. Por ello, el conocimiento, que puede llegar a ser muy técnico y críptico, al llegar a las manos de cualquier persona que no ha tenido todo el proceso de desarrollo, genera una interpretación completamente errónea sobre determinado código.

Aunque el código de la Geometría Sagrada nos pertenece a todos, la ley de distribución no permite que se solden vínculos a largo plazo. Algunas de las características destructivas de esta ley es que se puede generar, entre las personas o los elementos de la red, cierta desconfianza y recelo, pues puede llegar a no haber un reconocimiento por el trabajo del otro, ya que se parte de la base que todo es de todos. Incluso se puede llegar a la falta de solidez y compromiso en los proyectos que se busca realizar. El compromiso es con el propio individuo, y se busca crear una red de individuos que compartan y distribuyan libremente sus experiencias e información. En este nivel, la responsabilidad, la habilidad para dar una respuesta, le pertenece a cada quien.

A lo largo de los tiempos y en resonancia con la ley de acumulación y la ley de distribución, han existido dos grandes corrientes que dominan el quehacer del ser humano: el ocultismo y la libre enseñanza. Sin importar la filosofía, el sistema de pensamientos o de creencias, se puede adoptar la postura hexagonal, como la Flor de la Vida, y tener la tendencia a acumular o, por el contrario, adoptar la Geometría de la Pentaflor y distribuir el conocimiento.

Pero, ¿qué estructura biológica resume todas estas leyes?

Aquella que ha sido capaz de ordenar la energía proveniente de los rayos solares y cósmicos y convertirla en formas de vida, en información viviente. En formas que son capaces de transformarse y transformar el ambiente. Este dispositivo es el código de la vida: el ADN.

El ADN o ácido desoxirribonucleico es un ácido nucleico compuesto de dos cadenas polinucleotídicas que se disponen alrededor de un eje central formando una doble hélice, capaz de autorreplicarse y codificar la síntesis de ARN.

El ácido nucleico funciona como soporte físico de la herencia en el 99% de las especies. La molécula, bicatenaria, está formada por dos cadenas antiparalelas y complementarias entre sí. Su unidad básica, el nucleótido, consiste en una molécula del azúcar desoxirribosa, un grupo fosfato, y una de estas cuatro bases nitrogenadas: adenina, timina, citosina y guanina.

Las siete leyes de Psicogeometría las vemos reflejadas en el ADN de la siguiente manera: por el átomo de hidrógeno que une los pares de bases nitrogenadas, discurre el vacío, en una onda que es capaz de moverse más rápido que la velocidad de la luz. La estructura del ADN es un rectángulo en el centro de donde se adhieren moléculas de fosfato hexagonales y, luego, moléculas de azúcar pentagonales. El movimiento del ADN en el núcleo celular busca ser un movimiento toroidal donde se implote/explote la información del medio ambiente.

El ADN es visto como un dispositivo de transmisión y recepción de información capaz de autodirigirse y de “ver” a través del espacio y el tiempo.


"LA RED TIENE UN CENTRO"
La luz y la energía del Dios eterno
giran por siempre
en torno a su majestuoso circuito
de la procesión infinita pero ordenada
de las huestes estelares
que componen el universo de los universos.
Toda la creación
gira eternamente
alrededor del centro
de la Personalidad Paradisiaca
de todas las cosas
y todos los seres.
LA COHERENCIA SE TRANSMITE EN LA CORRIENTE
Dios penetra potencialmente
los universos físicos
del pasado, presente y futuro.
Él es la base primordial
de la coherencia
de la así llamada
creación material.
Este potencial
no espiritual
de la Deidad
se hace actual
aquí y allá
en todo el nivel
de existencias físicas
por la inexplicable intrusión
de alguna de sus agencias exclusivas
en la escena de la acción universal.
El universo
es un organismo vivo
y exhibe cualidades
de coherencia orgánica.
Ciertas acciones
dan lugar
a ciertas repercusiones
inherentes a los mismos actos.
Esto parece ser cierto
debido a que los universos
sí funcionan,
y de muchas formas,
como organismos vivos.
La omnipotencia,
por ejemplo,
no significa
que se pueda conseguir
lo que no se puede hacer.
Los actos de Dios
son coherentes y,
del mismo modo,
las funciones
de sus coordinados
son coherentes.
(47.2) 3:2.4 - (45.5) 3:1.7
EL LIBRO DE URANTIA.
"Por lo que somos... en avance...
Luz y Vida en nuestro Padre Infinito".
REDEX-MICED.

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