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sábado, 18 de noviembre de 2017

Mayores disparidades de riqueza post-neolítica en Eurasia que en América del Norte y Mesoamérica

Resumen:

La forma en que se distribuye la riqueza entre los hogares permite conocer los caracteres fundamentales de las sociedades y las oportunidades que ofrecen para la movilidad social. Sin embargo, la desigualdad económica ha sido difícil de estudiar en las sociedades antiguas para las que no tenemos registros escritos, lo que se suma al reto de situar las disparidades actuales de riqueza en una perspectiva a largo plazo. Aunque se han propuesto varios indicadores arqueológicos sustitutivos de la riqueza, como los bienes funerarios o los bienes exóticos o caros de fabricación en los conjuntos domésticos, el primero no está claramente relacionado con los hogares, y el segundo se ve confundido por el modo de abandono y otros factores. En consecuencia, siguen planteándose numerosas cuestiones relativas al aumento de las disparidades de riqueza, incluida su relación con el desarrollo de las plantas y los animales domesticados y el aumento de la escala sociopolítica. Aquí mostramos que las disparidades de riqueza generalmente aumentaron con la domesticación de plantas y animales y con una escala sociopolítica incrementada, usando los coeficientes de Gini calculados sobre el único y consistente proxy de distribuciones del tamaño de una casa. Sin embargo, las diferencias inesperadas en las respuestas de las sociedades a estos factores en América del Norte y Mesoamérica, y en Eurasia, se hicieron evidentes después del final del período neolítico. Argumentamos que las disparidades de riqueza generalmente más altas identificadas en la Eurasia post-neolítica se debieron inicialmente a la mayor disponibilidad de grandes mamíferos que podrían ser domesticados, porque permitían una extensificación agrícola más rentable, y también eventualmente llevaron al desarrollo de una élite guerrera montada capaz de expandir las políticas (unidades políticas que cohiben a través de la identidad, la capacidad de movilizar recursos o la gobernabilidad) a tamaños que no eran posibles en América del Norte y Mesoamérica. Anticipamos que este análisis estimulará otros trabajos para ampliar esta muestra e incluir a las sociedades de América del Sur, África, Asia Meridional y Oceanía que fueron submuestreadas o no se incluyeron en este estudio.

Fuente: https://www.nature.com/articles/nature24646


Dice el Libro de Urantia:

(768.6) 68:5.6 3. La etapa del pastoreo. La domesticación de los animales hizo posible esta fase de la civilización. Los árabes y los aborígenes de África figuran entre los pueblos pastores más recientes.

(768.7) 68:5.7 La vida pastoral ofreció más alivio a la esclavitud del sustento; el hombre aprendió a subsistir de los réditos de su capital, el incremento en sus rebaños, lo cual brindó más tiempo libre para la cultura y el progreso.

(768.8) 68:5.8 La sociedad prepastoral fue de cooperación entre los sexos, pero la difusión de la ganadería rebajó a la mujer a un ínfimo nivel de esclavitud social. Anteriormente al hombre le incumbía conseguir los alimentos de fuente animal y, a la mujer, obtener los comestibles vegetales. Por tanto, al entrar el hombre en la era pastoral de su existencia, la dignidad femenina bajó grandemente. Ella aún tiene que afanarse por proveer a las necesidades vegetales de la vida; en cambio, el hombre no necesita hacer más que atender a los rebaños para proporcionar una abundancia de comida animal. De este modo, el hombre llegó a independizarse relativamente de la mujer; a través de toda la edad pastoral la condición de la mujer decayó de forma ininterrumpida. Hacia fines de esta era ella se había convertido en poco más que un animal humano, destinada a trabajar y parir la prole humana, de forma muy parecida a los animales del rebaño, de ellas se esperaba que labraran la tierra y produjeran la cría. Tuvieron gran amor por su ganado los hombres de las edades pastorales; tanto más apena que no hubieran desarrollado un afecto más profundo por sus esposas.


...

(917.6) 82:4.3 La mujer comenzaba siendo propiedad de su padre, quien transfería su título al marido, y toda relación sexual legalizada surgió de estos derechos preexistentes de propiedad.

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