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sábado, 24 de junio de 2017

La Eugenesia, la Raza y el Libro de Urantia -Parte III - Cap 11-

Capítulo 11:
Diferencias entre las razas de colores


                             
La diversidad genética tiene un impacto directo en la calidad de vida. Desde el nivel micro de la familia hasta el nivel macro de la humanidad, las variaciones genéticas hacen la diferencia. Este espectro implica variaciones en la calidad, tanto en términos de si uno tiene un rasgo específico, así como lo poderosamente se manifiesta un rasgo. Como se dijo en los capítulos iniciales, la designación de tales rasgos como relativamente superior o inferior no significa que la persona sea de valor superior o inferior, o más o menos miembro de la familia humana, ni más o menos merecedora de amor.

El capítulo 6 revisó las declaraciones en El libro de Urantia que caracterizan a las razas Sangik secundarias como inferiores (peor dotados) en relación con las razas Sangik primarias. La discusión en el capítulo 7 aclaró que la clasificación "subnormal" no se refiere a las razas secundarias Sangik. Este capítulo se centra en las diferencias entre las razas de colores como originalmente existieron y como existen hoy en día. También revisa algunas de las formas en que los autores enfatizan que la raza índigo (negra) no es subnormal.

A fin de proporcionar contexto para este capítulo, algunas de las citas del Capítulo 5: Historia y Destino son re-presentadas. Una de las ventajas de hacer una revisión histórica de las cuestiones de la eugenesia de la humanidad es que nos permite ver cómo nuestra actitud y el deseo de ciertos tipos de terminología cambia a medida que avanzamos desde el pasado antiguo hasta el presente.

He aquí cómo El Libro de Urantia describe los primeros problemas de la eugenesia de la humanidad:

Estos andonitas evitaban los bosques, a diferencia de sus parientes no humanos que preferían este hábitat. El hombre siempre ha decaído en los bosques; la evolución humana ha hecho progresos únicamente en el descampado y en latitudes más septentrionales. El frío y el hambre propios de los espacios abiertos incitan a la acción, la invención y el ingenio. Mientras estas tribus andónicas desarrollaban a los pioneros de la raza humana actual en medio de las penurias y privaciones de estos duros climas septentrionales, sus primos atrasados se deleitaban en los bosques tropicales meridionales de la tierra de su primitivo origen común.
...
Hace 950.000 años los descendientes de Andón y Fonta habían emigrado a gran distancia hacia el este y el oeste. Pasaron al oeste por Europa hasta Francia e Inglaterra. Posteriormente llegaron a penetrar hasta Java en el este, donde recién acaban de encontrarse sus huesos —el llamado hombre de Java— y a continuación, se trasladaron a Tasmania.

Los grupos que se desplazaban hacia el oeste se contaminaron menos con las razas atrasadas de común origen atávico que los que se desplazaban hacia el este, quienes solían mezclarse muy libremente con sus primos animales retrasados. Estos individuos retrógrados fueron emigrando poco a poco hacia el sur y, a la postre, se aparearon con las tribus pobremente dotadas.(inferiores) Más adelante sus descendientes híbridos regresaron al norte y se aparearon con los pueblos andónicos que iban expandiéndose con rapidez; y tales uniones aciagas, indefectiblemente, deterioraron la raza mejor dotada. Cada vez menos asentamientos primitivos conservaron la adoración de Aquél que da Aliento. Esta primitiva civilización de los albores estuvo amenazada de extinguirse.

Así ha sido siempre en Urantia. Civilizaciones altamente prometedoras se han ido deteriorando progresivamente hasta extinguirse debido a la locura de permitir la libre procreación de los seres mejor dotados (superiores)con los pobremente dotados.(inferiores)

El Libro de Urantia afirma que el apareamiento entre humanos y subhumanos fue posible durante la primera parte de nuestro desarrollo evolutivo.  Dado este marco, las consecuencias lógicas derivan de él. Los entornos estimulantes requieren más "acción, invención e ingenio". Los individuos menos progresistas "derivarán" hacia un ambiente más fácil. Esto crea un bucle de retroalimentación de naturaleza-nutrición, alentando las tendencias progresivas y regresivas a hacerse más pronunciadas con el tiempo.
Note cuán cómodo es usar palabras como "no progresivas", "deterioradas", "inferiores" y "atrasadas", al discutir si los seres humanos más primitivos estaban contaminándose con sus subhumanos "primos animales retardados".
La representación del hombre primitivo continúa:

Esta nueva religión del miedo [de los andonitas] fue causa de intentos por aplacar las fuerzas invisibles que desencadenan los elementos naturales y culminó después en la realización de sacrificios humanos para apaciguar estas fuerzas desconocidas e invisibles. Esta horripilante práctica del sacrificio humano se ha venido perpetuando entre los pueblos más atrasados de Urantia hasta el mismo siglo veinte.

El sacrifico humano ha sido virtualmente universal; persistió en las costumbres religiosas de los chinos, hindúes, egipcios, hebreos, mesopotámicos, griegos, romanos y muchos otros pueblos, y aún persiste hasta tiempos recientes entre las tribus retrógradas de África y Australia.

El canibalismo fue en cierta época casi universal entre las razas en evolución. Los sangik eran todos caníbales, pero originalmente los andonitas no lo eran, ni lo fueron los noditas ni los adanitas; tampoco lo fueron los anditas hasta no mezclarse considerablemente con las razas evolutivas.


El canibalismo y los rituales religiosos que implican el sacrificio humano son excelentes ejemplos del problema del relativismo cultural y religioso.

Junto con el canibalismo y el sacrificio humano, las prácticas sexuales son una medida importante del progreso cultural. Las prácticas sexuales también exponen la naturaleza insostenible del relativismo y la necesidad de un lenguaje claro e inequívoco cuando se trata de discusiones sobre la civilización. Del libro de Urantia:


La historia de la evolución del matrimonio es simplemente la historia del control sexual a través de la presión de las restricciones sociales, religiosas y civiles. La naturaleza no reconoce a los individuos; no tiene noción de los así llamados sentimientos morales; está solo y exclusivamente interesada en la reproducción de la especie. La naturaleza insiste obligatoriamente en la reproducción pero abandona en forma indiferente los problemas consecuenciales para que los solucione la sociedad, creando de este modo un problema fundamental y siempre presente para la humanidad evolutiva. Este conflicto social consiste en la guerra sin fin entre los instintos básicos y la ética en evolución.

En muchas tribus atrasadas aún hoy día, el hombre cocina la carne, la mujer, los vegetales, y cuando las tribus primitivas de Australia se trasladan de un lado al otro, las mujeres jamás cazan mientras que el hombre no se encorva a desenterrar una raíz.

Los autores del Libro de Urantia no romantizan ni juzgan el comportamiento primitivo. Lo reconocen por lo que es, como punto de partida para el desarrollo de la civilización. Continuando con su discusión sobre la lucha del hombre primitivo por mantener el ímpetu, el Libro de Urantia dice:


Hace 900.000 años las artes de Andón y Fonta y la cultura de Onagar se estaban desvaneciendo de la faz de la tierra; la cultura, la religión y hasta el trabajo del sílex estaban en plena decadencia.

 En estos tiempos llegaron a Inglaterra, provenientes de Francia meridional grandes grupos de mestizos pobremente dotados (inferiores). Tan cruzadas estaban estas tribus con las criaturas simiescas del bosque que casi no llegaban a ser humanas. No tenían ninguna religión, pero eran trabajadores del sílex y contaban con suficiente inteligencia para encender el fuego.
 En Europa estas tribus fueron seguidas por un pueblo prolífico y un tanto superior, cuyos descendientes se propagaron al poco tiempo por el continente entero, desde el hielo en el norte hasta los Alpes y el Mediterráneo en el sur. Estas tribus constituyen la llamada raza Heidelberg.
...
Hace 850.000 años las tribus superiores de Badonán comenzaron una guerra de exterminio contra sus vecinos pobremente dotados similares a los animales. En menos de mil años la mayoría de los grupos de animales de los rebordes de estas regiones habían sido aniquilados o forzados a retroceder a los bosques meridionales. Esta campaña de exterminio de los seres pobremente dotados hizo que se mejoraran un poco las tribus de las colinas de aquella edad. Los descendientes mezclados de esta estirpe mejorada de los badonitas aparecieron en el escenario de la acción aparentemente como una raza nueva, la raza Neandertal.
Hace 550.000 años... hicieron tan pocos progresos que, en verdad, parecía que el intento de producir un tipo nuevo y modificado de vida inteligente en Urantia estuviera a punto de fracasar. Durante casi un cuarto de millón de años estos pueblos primitivos continuaron cazando y peleando, mejorando esporádicamente en algunos campos, pero, en general, degenerando constantemente en comparación con sus antepasados andónicos superiores.


El Libro de Urantia, en armonía con el registro arqueológico, cuenta que la humanidad no estaba progresando muy rápidamente de un millón a quinientos mil años atrás. Aparentemente, la calidad media de la genética de la humanidad no era suficiente para soportar más que una existencia en la Edad de Piedra. Esta evaluación se refleja en la cosmología del libro de Urantia, que explica que un gobierno celestial encarnado no apareció en este mundo hasta que la mutación de Sangik ocurrió hace quinientos mil años. Al parecer, esta mutación progresiva proporcionó la base genética necesaria para lograr que la civilización fuera más allá del nivel de desarrollo de la llamada Edad de Piedra.

Antes de las razas de Sangik, el Libro de Urantia indica que los seres humanos exhibieron una tendencia significativa de compañerismo (y a procrear) con los no humanos. Esto, por supuesto, fue el principal problema de la eugenesia durante esa fase temprana de la evolución humana. Con la aparición de las razas Sangik hace quinientos mil años atrás, desapareció la tendencia a asociarse (y procrear) con ellos. Pero con este mejoramiento, la humanidad debe enfrentar un nuevo conjunto de desafíos. Ahora necesitamos madurar nuestra moral más allá del fanatismo racial a un estándar que refleje la verdadera hermandad humana.

Según el Libro de Urantia, con la mutación Sangik vinieron seres humanos verdaderamente civilizables; De la unión sexual entre Sangiks y los Neandertales se puede ahora decir como mejoró esa raza de los seres humanos no civilizable. (La definición del libro de Urantia de Neandertales se usa en este caso.) Vea Apéndice 1: Taxonomía basada en el libro de Urantia.

En general y desde el principio, las tribus sangik eran más inteligentes que los descendientes decadentes de los llaneros andónicos, y, en muchos aspectos, muy superiores a ellos; y el mestizaje de estas tribus sangik con los pueblos neandertales resultó en una mejora inmediata de la más antigua de las dos razas. Esta infusión de sangre sangik, máxime la del hombre azul, produjo aquella marcada mejora en los pueblos neandertales que se observa en las olas sucesivas de tribus cada vez más inteligentes que invadieron Europa desde el oriente.

Así pues, durante casi cien mil años estas gentes sangik se propagaron por las estribaciones entremezclándose hasta cierto punto, a pesar de la antipatía particular y a la vez natural que se manifestó, desde un principio, entre las distintas razas.

Al explicar cómo nuestro planeta es uno de los muchos mundos de mortales, el Libro de Urantia dice que en la mayoría de los mundos las razas de color no aparecen de una vez y de una madre. Nuestro mundo se dice que es bastante inusual en este sentido. La siguiente cita viene de una sección que habla más generalmente sobre el plan para crear mundos con varios tipos de diversidad y, por lo tanto, características variables que sólo pueden venir de usar estas modalidades evolutivas distintas.

La raza dominante durante las primeras eras de los mundos habitados es la del hombre rojo, el que es ordinariamente el primero en alcanzar niveles humanos de desarrollo. Pero, mientras el hombre rojo es la raza de mayor rango de los planetas, los siguientes pueblos de color comienzan a hacer sus apariciones muy temprano en la era del surgimiento mortal.

Las primeras razas son de alguna manera superiores a las posteriores; el hombre rojo se coloca muy arriba de la raza índiga —negra—. Los Portadores de Vida imparten la dotación completa de las energías vivientes a la raza inicial, o raza roja, y cada manifestación evolutiva sucesiva de un grupo distinto de mortales representa una variación a costa de la concesión original. Aun la estatura mortal tiende a disminuir desde el hombre rojo hasta la raza índiga, aunque en Urantia aparecieron rasgos inesperados de gigantismo entre los pueblos verde y naranja.

En aquellos mundos que tienen las seis razas evolutivas, los pueblos superiores son la raza primera, la tercera y la quinta —la roja, la amarilla y la azul. Las razas evolutivas en consecuencia alternan en su capacidad para el crecimiento intelectual y el desarrollo espiritual, siendo la segunda, la cuarta y la sexta de alguna manera menos dotadas. Estas razas secundarias son las que faltan en ciertos mundos. Son las que han sido exterminadas en muchos otros. Es desafortunado que en Urantia hayáis perdido tan notablemente a vuestros superiores hombres azules, excepto en cuanto persisten en vuestra amalgamada «raza blanca». La pérdida de vuestros linajes naranja y verde no es asunto muy grave.


Una interpretación exacta de la declaración, "La pérdida de vuestros linajes naranja y verde no es asunto muy grave", requiere una apreciación del contexto más amplio.

El uso del modelo "Sangik" para explicar la evolución humana es único en el libro de Urantia. Que algunos mundos no tienen las razas Sangik secundarias indica que desde la perspectiva del Libro de Urantia, los Sangiks secundarios proporcionan una opción creativa para el desarrollo de un mundo mortal. Es una buena opción, sin duda, pero no una necesidad para alcanzar el valor fundamental en la creación de una variedad de razas humanas tempranas.

Cuando los autores dicen que la pérdida de la raza naranja y verde "no es asunto muy grave", no es motivo de grave preocupación por definición. Por el contrario, la pérdida de un Sangik primario, es decir, la absorción del hombre azul en las razas blancas, debe ser "una desgracia" por definición. El contexto es el bienestar genético general de una población; Los Sangiks secundarios, por definición, se proporcionan como una adición creativa al bienestar genético básico de un planeta. Cuando los autores hacen esta declaración sobre las poblaciones de naranja y verde, están abordando una cuestión fisiológica, no un problema moral.

Por extensión lógica, por supuesto, existe la implicación de que la pérdida de la raza índigo (negro) no sería una  preocupación seria para el bienestar genético general de la humanidad. Por analogía, la salud física general de un individuo se puede mantener incluso si no se les da ninguna educación musical y se convierten en algo sordo de tono. Pero nadie discute a favor de tal cosa. Y tampoco el Libro de Urantia sugiere que la pérdida de la raza índigo sería una buena idea o sin implicaciones morales.

En esta etapa del desarrollo de la civilización moderna, hay repercusiones morales (no sólo repercusiones fisiológicas) que no existían cuando el hombre naranja y el hombre verde luchaban hasta la extinción, privando para siempre a la humanidad de un potencial genético más robusto. El Libro de Urantia afirma claramente que la humanidad goza de ciertos potenciales valiosos porque nuestro mundo tiene razas Sangik primarias y secundarias. La sabiduría de la eugenesia en El libro de Urantia es que tenemos la obligación moral de las generaciones futuras de fomentar y maximizar los potenciales humanos.

Frecuentemente se requieren edades tras edades para recuperar y corregir el daño ocasionado por la pérdida de una sola estirpe superior de herencia humana. Debéis custodiar celosa e inteligentemente estas cepas seleccionadas y mejor dotadas de protoplasma vivo una vez que aparecen. La mayoría de los mundos habitados valoran estos potenciales superiores de vida mucho más que los valoráis en Urantia.

Según el Libro de Urantia, no sólo sería inmoral, sino incorrecto, tratar la raza índigo (negra) como subnormal o subhumana, pero también sería inmoral (en relación con las generaciones futuras) desperdiciar el valor único y valioso de cualidades genéticas que existen en esta raza.


Las afirmaciones de hecho realizadas en el Libro de Urantia , por peculiares que puedan ser a veces, están entretejidas con verdades e ideas acerca de cómo madurar y expandir nuestra capacidad de amarnos unos a otros, de hacernos más civilizados y de crear relaciones pacíficas y armoniosas. A medida que se despliega la siguiente serie de citas sobre las razas de color, recuerde distinguir las afirmaciones de hecho (por ejemplo: tres razas son suficientes y seis razas es una buena opción) de las verdades e ideas que se relacionan con estas aseveraciones.

 En los planetas evolutivos medianos las seis razas evolutivas de color van apareciendo una por una; el hombre rojo es el primero en evolucionar, y durante edades vaga por el mundo, antes de que aparezcan por primera vez las razas sucesivas de color. El surgimiento simultáneo de las seis razas en Urantia, y dentro de una sola familia, fue de lo más insólito.
...
           1. El hombre rojo. Estos pueblos fueron especímenes extraordinarios de la raza humana, superiores en muchos aspectos a Andón y Fonta. Constituyeron un grupo sumamente inteligente y fueron los primeros de los hijos de los sangik en desarrollar una civilización y gobierno tribal. Siempre fueron monógamos; incluso sus descendientes mestizos rara vez practicaban la poligamia.
Más adelante tuvieron dificultades graves y prolongadas con sus hermanos amarillos en Asia. Los favoreció el hecho de haber inventado tempranamente el arco y la flecha; sin embargo, desafortunadamente habían heredado gran parte de la tendencia de sus antepasados a pelear entre sí, lo cual les debilitó de tal forma que las tribus amarillas pudieron expulsarlos del continente asiático.
 Pero poco tiempo después de llegar a las Américas, hubo una gran decadencia de la cultura intelectual y espiritual. Al muy poco tiempo, esta gente comenzó a pelear entre sí nuevamente con tanta violencia que pareció que estas guerras tribales acabarían con la extinción veloz del resto de esta raza roja relativamente pura.
 A causa de esta gran regresión, el hombre rojo parecía destinado a extinguirse cuando apareció Onamonalontón, hace unos sesenta y cinco mil años, en calidad de jefe y libertador espiritual. Trajo paz temporal a los hombres rojos americanos y resucitó la antigua adoración del «Gran Espíritu». Onamonalontón vivió hasta los noventa y seis años de edad, y habitó entre las grandes secoyas de California. Muchos de sus descendientes llegaron hasta los tiempos modernos entre los indios Pies Negros
 Con el pasar del tiempo, las enseñanzas de Onamonalontón se convirtieron en tradiciones vagas. Se reanudaron las guerras de aniquilación mutua, y después de los días de este gran maestro, ningún otro jefe logró traer la paz universal entre ellos. Durante estas luchas tribales, las ramas más inteligentes perecían en creciente escala; de no ser así, habría surgido una gran civilización sobre el continente norteamericano gracias a estos capaces e inteligentes hombres rojos.
El Libro de Urantia dice que el hombre rojo practicó la monogamia desde el principio y que "el otorgamiento completo de las energías vivientes [es impartido] a la raza inicial o roja, y cada manifestación evolutiva sucesiva de una raza distinta de mortales representa variación a expensas de la dotación original. "Esos son los hechos afirmados. La verdad es que en la etapa tribal del desarrollo, nunca aprendieron a llevarse bien, y esto destruyó lo mejor de ellos. Si aceptamos o no las afirmaciones de hecho que se hacen sobre el hombre rojo, la verdad de la enseñanza todavía se puede apreciar por su énfasis en la importancia de llevarse bien en paz.
La historia continúa:

 Después de cruzar a América desde China, el hombre rojo del norte no volvió a entrar en contacto con otras influencias del mundo (con excepción del esquimal) hasta ser descubierto más tarde por el hombre blanco. Fue muy desafortunado lo que el hombre rojo perdiera casi completamente la oportunidad de mejorar su especie emparentándose con la descendencia posterior de Adán. Tal como estaban las cosas, el hombre rojo no podía dominar al hombre blanco, y tampoco quiso servirle de buen grado. En tales circunstancias, si las dos razas no se mezclan, una u otra perece.

Los indios de Norteamérica nunca llegaron a tomar contacto siquiera con los vástagos anditas de Adán y Eva, ya que fueron desposeídos de su tierra natal asiática unos cincuenta mil años antes de la llegada de Adán. 

Al abandonar a Asia los sobrevivientes de linaje relativamente pura de la raza roja, había once tribus, y sumaban un poco más de siete mil hombres, mujeres y niños. Estas tribus fueron acompañadas por tres grupos reducidos de descendencia mestiza, siendo el más grande de los cuales una combinación de las razas anaranjada y azul. Estos tres grupos nunca llegaron a fraternizar plenamente con el hombre rojo y al poco tiempo se trasladaron hacia el sur hasta México y América Central, donde se juntaron más adelante con un grupo pequeño mezclado de amarillos y rojos. Todos estos pueblos cruzaron entre sí y fundaron una raza nueva y amalgamada que era mucho menos belicosa que los hombres rojos de sangre pura. En cinco mil años esta raza amalgamada se subdividió en tres grupos, estableciendo así las respectivas civilizaciones de México, Centroamérica y Sudamérica. La rama sudamericana sí recibió una pizca de la sangre de Adán.

Uno de los informes más impresionantes de UBtheNEWS apoya el relato del Libro de Urantia de cómo ciento treinta y dos anditas (descendientes de Adán) viajaron en barco a América del Sur y se mezclaron con los nativos. Vea el Informe de Adán y Eva.


La raza amarilla, que fue pronto capaz de alcanzar la paz intertribal, ofrece un distinto contraste con el hombre rojo. El Libro de Urantia dice esto sobre el hombre amarillo:

La historia de la India es la historia de la conquista andita y la consiguiente sumersión de los anditas en los pueblos evolutivos más antiguos; la historia del Asia oriental en general es la historia de los sangiks primarios, particularmente el hombre rojo y el hombre amarillo. Estas dos razas evitaron casi en su totalidad la mezcla con el degradado linaje neandertal, que fue el que retardó enormemente al hombre azul en Europa, preservando de este modo el potencial superior del tipo sangik primario.

La raza amarilla sigue ocupando las regiones centrales de Asia oriental. De las seis razas ésta ha sobrevivido en mayores números. Aunque el hombre amarillo tuvo de cuando en cuando sus guerras raciales, no se embarcó en guerras de exterminio tan incesantes e implacables como las que libraban los hombres rojos, verdes y anaranjados. Estas tres razas prácticamente se aniquilaron a sí mismas antes de ser arrasadas casi por completo por sus enemigos de las otras razas.

3. El hombre amarillo. Las tribus amarillas primitivas fueron las primeras en abandonar la caza, establecer comunidades asentadas y desarrollar una vida hogareña basada en la agricultura. Intelectualmente eran un tanto pobremente dotados al hombre rojo, pero social y colectivamente resultaron mejor dotados a todos los pueblos sangik en cuanto a fomentar la civilización racial. Como desarrollaron un espíritu fraternal, las distintas tribus aprendieron a convivir en paz relativa. Así pudieron expulsar a la raza roja con la cual se enfrentaron a medida que ésta iba expandiéndose en Asia.
...

 La supervivencia de cantidades comparativamente mayores de la raza amarilla se debe a la paz que reinaba entre sus tribus. Desde los días de Singlangtón hasta los tiempos de la China moderna, la raza amarilla viene figurando entre las naciones más pacíficas de Urantia. Esta raza recibió un legado pequeño pero potente de la posterior descendencia adánica.

La superioridad de la antigua raza amarilla se debió a cuatro grandes factores:

1. Genético. A diferencia de sus primos azules en Europa, tanto la raza roja como la amarilla se habían salvado en gran medida de la mezcla con linajes humanos degradados. Los chinos norteños, ya mejorados con pequeñas cantidades de los superiores linajes rojo y andonita, pronto se beneficiarían con un considerable influjo de sangre andita. A los chinos del sur no les fue tan bien en este sentido, y sufrieron mucho las consecuencias de la absorción de la raza verde, y posteriormente fueron debilitados aún más por la infiltración de multitudes de pueblos inferiores que fueron expulsados de la India como consecuencia de la invasión andita-dravidiana. Hoy en día existe en China una notable diferencia entre las razas del norte y las del sur.

Así pues la antigua civilización de la raza amarilla ha perdurado a través de los siglos. Han transcurrido casi cuarenta mil años desde que se produjeron los primeros avances importantes en la cultura china. A pesar de los muchos retrocesos, la civilización de los hijos de Han sigue siendo la que más se acerca a un cuadro de progreso continuo e ininterrumpido que llega directamente hasta el siglo veinte. Los desarrollos religiosos y mecánicos de las razas blancas han sido de alto orden, pero no han superado nunca a los chinos en lealtad familiar, ética de grupo o moralidad personal.

Esta antigua cultura ha contribuido mucho a la felicidad humana; millones de seres humanos han vivido y muerto, bendecidos por sus logros. Durante siglos esta gran civilización ha descansado sobre los laureles del pasado, pero ya está volviendo a despertar para visualizar otra vez los trascendentales objetivos de la existencia mortal, enfrentando nuevamente la infatigable lucha por el progreso sin fin.

Con la raza amarilla, la importante lección que se destaca, después de reconocer que su tranquilidad les permitió florecer, es que las culturas reflejan las familias. Las familias son los verdaderos bloques de construcción de la sociedad. Aquí los autores llaman nuestra atención a un obvio truismo acerca de la paz. Los pilares de la paz son la lealtad, la ética y la moralidad.


Al igual que con el hombre naranja, la revisión del hombre verde también está fuera del alcance de este documento.

El Libro de Urantia tiene esto que decir sobre el hombre azul, que contribuyó con gran parte de la base genética de las razas blancas:


5. El hombre azul. Los hombres azules fueron un gran pueblo. No tardaron en inventar la lanza y posteriormente sentaron los fundamentos de muchas de las artes de la civilización moderna. El hombre azul tenía la capacidad cerebral del hombre rojo, combinada con el alma y sentimientos del hombre amarillo. Los descendientes adánicos los preferían entre todas las razas de color que perduraron.

6. La raza azul. Los hombres azules estaban dispersos por toda Europa, pero sus mejores centros de cultura estaban ubicados en los entonces fértiles valles de la cuenca del Mediterráneo y en el noroeste de Europa. La absorción neandertal había retrasado considerablemente la cultura de los hombres azules; pero, por lo demás, eran los más agresivos, aventureros y exploradores de todos los pueblos evolutivos de Eurasia.


Los primeros hombres azules fueron sensibles a las persuasiones de los maestros del séquito del Príncipe Caligastia, y fueron confundidos sobremanera por las subsiguientes enseñanzas distorsionadas de los caudillos traidores. Como otras razas primitivas, no se repusieron nunca completamente del disturbio ocasionado por la traición de Caligastia, así como tampoco pudieron sobreponerse del todo a su tendencia a pelear entre sí.

...Orlandof llegó a ser un gran maestro entre la raza azul y guió a muchas de las tribus para que volvieran a adorar al verdadero Dios bajo el nombre de «Jefe Supremo». Éste fue el adelanto más grande del hombre azul hasta esas épocas posteriores en que esta raza tanto mejoró mediante el cruce con la cepa adánica.


Las investigaciones y exploraciones europeas de la vieja edad de la piedra suponen, en gran parte a la exhumación de herramientas, huesos y artesanías de estos hombres azules antiguos, pues perduraron en Europa hasta los tiempos recientes. Las llamadas razas blancas de Urantia son los descendientes de estos hombres azules, modificados primero por un leve cruzamiento con la raza amarilla y la roja, y más adelante, considerablemente mejoradas al asimilar la mayor parte de la raza violeta.

Los maestros de Dalamatia iniciaron la evolución social de tipo cooperativo [El grupo celestial encarnado que vino en respuesta a la mutación de Sangik] y, durante trescientos mil años, se educó al hombre en el concepto de las actividades de grupo. El hombre azul, sobre todo, se benefició con estas primeras enseñanzas sociales, el hombre rojo hasta cierto grado y el hombre negro menos que el resto. En tiempos más recientes, las razas amarilla y blanca han presentado el desarrollo social más avanzado de Urantia.

AUNQUE el hombre azul europeo no alcanzó por sí mismo una gran civilización cultural, proveyó sin embargo los cimientos biológicos que, cuando sus estirpes adanizadas se mezclaron con los posteriores invasores anditas, produjo una de las razas más poderosas dando una civilización agresiva que no había aparecido jamás en Urantia desde los tiempos de la raza violeta y de sus sucesores anditas.

Las razas blancas modernas incorporan las estirpe sobrevivientes de la raza adánica que se mezcló con las razas sangik, cierta cantidad de roja y amarilla pero más particularmente la sangre azul. Existe un porcentaje considerable de sangre andonita original en todas las razas blancas y aún más de las primeras estirpes noditas.

El hombre azul no (son) es la (s) raza (s) blanca (s). El problema de la intolerancia racial y la eugenesia de hoy no se trata del hombre azul. (Véase el capítulo 10: arios y blancos).


6. La raza índigo. Tal como los hombres rojos eran los más avanzados entre los pueblos sangik, los hombres negros fueron los menos progresistas. Fueron los últimos en emigrar de sus tierras altas natales. Se trasladaron a África, apoderándose del continente, y desde entonces han permanecido allí, salvo cuando, a través de las edades, fueron llevados a la fuerza como esclavos.

La sangre de Adán ha sido compartida por la mayoría de las razas humanas, pero algunas recibieron más que otras. Las razas mezcladas de la India y las gentes más oscuras de África no eran atractivas para los adanitas.
Aislados en África, los pueblos índigos, igual que el hombre rojo, prácticamente recibieron poca o ninguna mejora racial que podría haber resultado de la infusión del linaje adánico. A solas en África, la raza índigo hizo pocos progresos hasta los días de Orvonón, época en la que experimentaron un gran despertar espiritual. Aunque, con el tiempo, casi llegaron a olvidar del todo el «Dios de los Dioses» proclamado por Orvonón, no perdieron por completo el deseo de adorar al Desconocido; por lo menos, mantuvieron cierta forma de adoración hasta hace unos miles de años.[LOS primeros maestros de la religión de Salem penetraron hasta las remotas tribus de África y Eurasia, pregonando constantemente el Evangelio de Maquiventa de la fe y la confianza del hombre en un Dios universal como único precio para la obtención del favor divino.] ("Machiventa" es el nombre específico de un individuo en el orden de Melquisedek, en el Antiguo Testamento se dice que Abraham pagó un diezmo a Melquisedek después de una batalla.) Los autores están haciendo referencia al trabajo que se desarrolla de estos misioneros.

A pesar de su atraso, estos pueblos índigos ocupan ante los poderes celestiales el mismo nivel de importancia que cualquier otra raza terrestre.

En la sección citada anteriormente sobre las razas Sangik, los autores utilizan sutilmente los sinónimos como un dispositivo literario para enfatizar la humanidad de la raza índigo. Las cinco designaciones de color anteriores fueron seguidas por la palabra "hombre". La palabra "raza" sólo se usa para los índigos. Aparentemente, los autores hacen esto -desde el título de la subsección hasta el último párrafo- para poner énfasis en los negros de igualdad de condición como parte de un mejoramiento mutativo en la historia genética humana. No deben ser vistos como un remanente moderno del hombre primitivo que evoluciona lentamente. En este sentido, el Libro de Urantia ofrece una visión más digna que la teoría "fuera de África", que relaciona directamente a los negros con el "hombre primitivo" y como precursores de los humanos modernos.

En cuanto a la historia de la raza índigo, los autores relatan:


 El hombre índigo fue el último de las gentes sangik en emigrar del centro de origen racial. Más o menos en la época en que el hombre verde exterminaba a la raza anaranjada en Egipto debilitándose considerablemente en el proceso, comenzó el gran éxodo negro hacia el sur por Palestina, a lo largo de la costa; más adelante, cuando estos pueblos índigos de gran fuerza física invadieron a Egipto, exterminaron al hombre verde a pura fuerza de números. Estas razas índigos absorbieron a los descendientes restantes del hombre anaranjado y a gran parte de la cepa del hombre verde; por ende, ciertas tribus índigos se mejoraron considerablemente por medio de esta amalgamación racial.

 Así pues, parece que Egipto, en un principio, fue dominado por el hombre anaranjado y luego por el verde, seguido por el hombre índigo (negro), y aún más adelante, por una mezcla de hombres índigo, azul y verde modificado. Pero mucho tiempo antes de llegar Adán, los hombres azules de Europa y las razas mestizas de Arabia habían expulsado a la raza índigo afuera de Egipto, a un territorio mucho más austral en el continente africano.
7. La India pre-dravidiana. La mezcla compleja de razas de la India, que englobaba todas las razas de la tierra, pero más aún la verde, anaranjada y negra, mantenía una cultura ligeramente superior a la de las regiones limítrofes.

8. La civilización sahariana. Los elementos superiores de la raza índiga tenían sus asentamientos más progresivos en lo que hoy día es el gran desierto del Sahara. Este grupo índigo-negro llevaba considerable sangre de las razas anaranjada y verde ya sumergidas.

Sin embargo, durante los primeros tiempos poco existía que dificultara la migración de los adanitas hacia el oeste. El Sahara era tierra de pastoreo abierta y poblada de pastores y agricultores. Estos saharianos no se ocupaban de manufacturar artículos, tampoco construían ciudades. Constituían un grupo índigo-negro que llevaba estirpes cuantiosas de las extintas razas verde y anaranjada. Pero recibieron una cantidad muy limitada de herencia violeta antes de que el sublevamiento de las tierras y el cambio de los vientos cargados de humedad dispersaran los restos de esta próspera y pacífica civilización.

Al acercarse a su fin las migraciones de los sangik, las razas verde y anaranjada ya no existen, el hombre rojo ocupa Norteamérica, el hombre amarillo, Asia oriental, el hombre azul, Europa, y la raza índigo ha ido a dar a África. La India alberga una mezcla de las cepas secundarias de los sangik; y el hombre moreno, una mezcla de la raza roja y la amarilla, ocupa las islas frente a la costa asiática. Una raza amalgamada de potencial un tanto superior ocupa las tierras altas de Sudamérica. Los andonitas más puros habitan el extremo de las regiones septentrionales de Europa e Islandia, Groenlandia y el nordeste de Norteamérica.

La civilización sahariana había sido trastornada por sequías y la de la cuenca del Mediterráneo, por inundaciones. Las razas azules, hasta este momento, no habían logrado desarrollar una cultura avanzada. Los andonitas aún estaban dispersos por las regiones ártica y asiática central. Las razas verde y anaranjada habían sido exterminadas como tal. La raza índiga se iba mudando hacia el sur de África, en donde comenzaría su deterioro racial lento, pero prolongado.

Hace mucho tiempo, antes de hacer conquistas globales era siempre un problema moral, la humanidad de alguna manera se separó a lo largo de líneas raciales. Esto permitió a las diversas razas (por muy mezcladas que se hayan convertido en ese punto), desarrollar sus propias culturas, progresar y retroceder a su manera. Los autores del Libro de Urantia simplemente señalan algunas de las facetas más obvias del desarrollo racial y nos piden que reflexionemos seriamente sobre las implicaciones.

Aunque la raza índigo por definición es desfavorecida en comparación con las razas primarias de Sangik, esto no equivale a que toda la raza sea subnormal. Nada en El Libro de Urantia apoya una visión tan extrema de los Sangiks secundarios. Por el contrario, los autores enfatizan la igualdad del estatus de raza índigo (negro).

Si hablamos en términos de ventajas / desventajas, superior / inferior o progresivo / al revés, el contexto de estos términos siempre se mueve y se hace cada vez más complejo a medida que algunas partes del mundo, tanto genéticamente como culturalmente, avanzan más que otras. Este proceso crea un diferencial genético cada vez más amplio. Originalmente, las dotaciones del hombre índigo promedio eran superiores a la media de los andonitas -física, intelectual y espiritualmente. El Libro de Urantia también describe la raza índigo como físicamente superior en algunos aspectos a los Sangiks primarios. Pero al igual que los primeros Andonitas se enfrentaron a la opción de aparearse de manera progresiva o retrogressiva, las razas Sangik tienen el potencial de elevar o degradar su dotación genética original. Esto puede ocurrir en una variedad de maneras: guerra, prácticas de apareamiento pobres, ambientes que no estimulan el desarrollo, creencias y prácticas religiosas imprudentes, etc.

En África los nativos mucho vociferan de sus piedras fetiches. En efecto, entre todas las tribus y pueblos atrasados las piedras aún se consideran con veneración supersticiosa. La adoración de las piedras aún presentemente está muy difundida en todo el mundo. La piedra sobre la tumba es un símbolo sobreviviente de las imágenes e ídolos que se esculpían en la piedra, en relación con las creencias en fantasmas y espíritus de los seres humanos fallecidos.

Fuente de Traducción: http://ubthenews.com/Eugenics_11_Racial_Differences_Urantia_Book.htm

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